Conocimos a Alicia en nuestros tiempos más juveniles, desde la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) cuando cooperábamos, junto a otros compañeros de la Colina, al sostenimiento de su Ballet. De aquellas relaciones nació una amistad profunda y entrañable... En 1952, Alicia participó con nosotros en excavaciones en la Loma del Príncipe de La Habana, donde había aparecido un hueso fósil de ave, y más tarde en las largas excavaciones paleontológicas de la Cueva de Paredones, en la provincia de La Habana, donde hallamos la más rica localidad fosilífera de Cuba en relación con la familia Megalonichidae; y, entre otras muchas actividades espeleológicas, exploró algunas de las cuevas de la Gran Caverna de Santo Tomás. Al adentrarnos por los maravillosos pasajes subterráneos, ora entre estalactitas cristalinas, ora por las galerías adornadas de gráciles helictitas, nos veíamos obligados a salvar derrumbes o vencer precipicios, que Alicia vencía con asombrosa agilidad. Nos sorprendía cómo compensaba su debilidad visual con su destreza deportiva...