En la dedicatoria de su libro Guerra de Guerrillas, el Comandante Ernesto Che Guevara escribió, refiriéndose a su coterráneo, periodista, amigo y hermano de luchas Jorge Ricardo Masetti: «A Che Masetti, el segundo mosquetero de la Sierra Maestra (...)»
«Los otros días llegamos a un ranchito. Había tres criaturas. Dos de ellas huérfanas y una muy enferma. Vomitaba todo lo que comía».Cuenta el autor de esas líneas, que al padre de las huerfanitas lo mandó a matar «el hombre fuerte» de la zona, un representante de los intereses del amo. Y la madre había muerto no se sabía de qué. «(...) A la chiquita enferma (...) nuestros médicos le dieron antibióticos (...) y cuatro días después comía maíz sin problemas (...)».
Es un fragmento de la carta enviada a Cuba por el periodista argentino Jorge Ricardo Masetti, a fines de 1963, desde las montañas argentinas de la provincia de Salta, a su esposa Conchita Dumois, además le dice:
«(...) Quien venga aquí y no se indigne (...) y no se alce; quien pueda ayudar de cualquier manera y no lo haga, es un canalla egoísta. Para comprender aquí la necesidad de luchar, no hace falta ser revolucionario, ni marxista, sino ser hombre y tener sentimientos».
Entonces Masetti, con el seudónimo de «Comandante Segundo», era el jefe del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) en aquellas montañas, hasta que llegara el Che, que iba a ser el máximo dirigente de un frente guerrillero con el que había soñado. En la acción secreta que se llamó Operación Sombra, el seudónimo del Comandante Guevara era «Martín Fierro».
Jorge Ricardo MasettiMasetti nació el 31 de mayo de 1929, hace hoy 80 años, en la calle Levalle, en la ciudad industrial de Avellaneda, en las afueras de Buenos Aires, en una familia burguesa venida a menos.
Su padre, inspector municipal y exponente hogareño de su clase media original, quedó luego como un simple empleado del frigorífico del que fue propietario.
Aunque de niño Masetti fue enfermizo, llegó a ser alumno vivaz y enérgico. Un día la maestra le exigió la tarea de clases y, leyendo en su libreta en blanco, improvisó una composición, hecho que le descubrió su vocación, pues a los 15 años comenzó a hacer sus iniciales colaboraciones periodísticas.
Con 18 cantaba tangos en una orquesta típica. A los 21 publicaba sus cuentos y a los 24 editaba una revista. Después empezó a publicar trabajos en el diario La Época, en el Canal 7 y en Radio El Mundo.
En su niñez transita por días tormentosos. Coincide en lo que se llama la primera década infame de Argentina, que se inicia cuando el teniente general Uriburu derroca al presidente Irigoyen, caudillo de la Unión Cívica Radical. Y cuando Juan Domingo Perón llega al poder, Jorge Ricardo lleva algunos meses vinculado al periodismo, en instantes en que comienzan a aparecer los grandes vespertinos Crítica y Noticias gráficas.
En 1949, con 20 años, es llamado a filas y sirve en la Armada como sanitario del buque Pueyrredón, lo que le permite llegar a diferentes puertos del mundo.
En 1954 un grupo de teatro independiente estrena su obra La noche se prolonga que, tachada de subversiva, es suprimida por la censura pocos días después.
Años más tarde, en la capital cubana, en 1960, contrae matrimonio con la joven Conchita Dumois, quien trabajó con tesón muy cerca de él, como su secretaria, más bien su ayudante, en la agencia de noticias Prensa Latina, que él fundara y dirigiera por iniciativa de Fidel y el Che. Prensa Latina fue el primer esfuerzo en el continente para quebrar el monopolio yanqui de la noticia, con apenas un grupo de corresponsales, entre ellos Gabriel García Márquez.
En 1957, Jorge Ricardo comienza a trabajar como reportero en la emisora argentina Radio El Mundo, de Buenos Aires, que le envía a Cuba al año siguiente.
Su audacia periodísticaEn los primeros años de la década de los 50, su trabajo periodístico en torno a un grupo de náufragos que había quedado aislado en el sur de Argentina y su atrevida participación en el salvamento, llamó la atención de los lectores por su intrepidez.
Pero su más importante reportaje lo hace en la Sierra Maestra, en 1958. Fue uno de los primeros periodistas de América Latina en contactar a los líderes de la Revolución Cubana.
Posteriormente Masetti estableció las relaciones iniciales de Cuba con los combatientes argelinos que luchaban contra los colonialistas franceses.
Che conoció a Masetti en Cuba, cuando Jorge subió a la Sierra a principios de abril de 1958 para escribir la experiencia fidelista. Habló con Fidel, con el Che, con Ramiro Valdés, con Juan Almeida, con Celia Sánchez y quiso quedarse en las lomas, pero Fidel le dijo que regresara al Cono Sur para divulgar la contienda librada por los cubanos.
Gracias a su entrevista, la voz del Comandante en Jefe se escuchó por primera vez desde las montañas de Oriente, desde el mismo corazón de la Sierra Maestra.
Allí permaneció tres meses, luego de burlar al aparato de inteligencia de la dictadura.
Por su audacia periodística nació el libro Los que luchan y los que lloran, sobre la guerra de liberación en las montañas cubanas, considerado por su compatriota Rodolfo Walsh —años más tarde desaparecido por la dictadura militar— como una de las mayores hazañas individuales del periodismo argentino.
Para escribir ese texto arriesgó su vida, no reparó en lo difícil del camino, en los peligros que lo acechaban, y recorrió jornadas enteras en mulo o a pie por los lugares de la Sierra, durmió en el suelo y a la intemperie, eludió el fuego de las ametralladoras calibre 50 de la aviación de la tiranía, vistió ropas de campesino y el uniforme del Ejército Rebelde.
Supo escabullirse de los policías y chivatos y pasó por técnico extranjero y turista alemán, por vendedor de libros y hasta por marido de una campesina de las lomas.
Luego, desde Buenos Aires, en enero de 1959, Masetti entrevistó por teléfono al Che, quien lo invitó a venir a La Habana, y viajó en avión junto a los familiares de Guevara. Llegó el 9 de enero.
En los primeros días de abril de 1961 pidió ser sustituido de su cargo de director general de Prensa Latina, pero cuando la invasión mercenaria por Playa Girón, se hizo de nuevo responsable de la agencia de noticias. Incluso participó después, por radio y televisión, en el interrogatorio de los mercenarios prisioneros.
Estudió la revolución argelina y, en octubre de 1961, fue a conocerla. Hizo contacto con el Estado Mayor del Frente de Liberación Nacional (FLN) y pasó algunos meses con los combatientes argelinos.
Tras la independencia, con los históricos acuerdos de Evián, Masetti volvió a Argelia en tres ocasiones representando al gobierno cubano, más en funciones revolucionarias que reporteriles y, cuando partió rumbo a su intento de guerrilla liberadora en Salta, dejó a medias un libro sobre la guerra de ese país.
En el prólogo de Los que luchan y los que lloran, escribió Rodolfo Walsh: «A comienzos del 1964 los diarios publicaron noticias de la guerrilla. En marzo los servicios de información consiguieron infiltrar dos hombres (...).
«La Gendarmería captura un campamento con cuatro hombres donde estaban las provisiones. El hambre acosa ahora a la guerrilla: la zona está desprovista de casas; incluso de pájaros. El guerrillero Antonio muere despeñado. El 18 de abril un nuevo grupo (...) Jorge, Diego, César y Marcos, mueren de hambre. Los dispersos van cayendo en grupos de dos a tres.
«Que su nombre siga casi ignorado en un país como el pedazo de selva que esconde sus huesos, era previsible para Jorge Ricardo Masetti. Periodista, sabía cómo se tejen renombres y se construyen olvidos».
Se ha tomado como fecha oficial de la desa-parición de Masetti, el 21 de abril de 1964. Tenía al morir 35 años. Es justo que pensemos mucho más en el ejemplo generoso de este periodista argentino, que en cualquier lugar del continente empuña hoy su fusil herrumbroso. Como aquellos personajes de La Vorágine, de José Eustasio Rivera, al Comandante Segundo lo devoró la selva.
Fuente: Capítulo Masetti del libro aún inédito, Guerrilla al Norte del Sur, del propio autor de esta página.