La economía del país requiere este aporte, sostienen Liset y Darianne. Foto: Lisván Lescaille YATERAS, Guantánamo.— Con las canastas aferradas a la cintura, Liset Acosta Gamboa y Darianne Barcelaí Rauxeau batallan loma arriba entre cafetales resbaladizos y «adornados» con los destrozos que Ike le provocó a esta rama de la economía.
«El café no espera al fin de semana para caerse si está maduro; lo hace cualquier día», opinó Liset, técnica en Estomatología, quien labora en el policlínico de Felicidad de Yateras Doctor Aurelio Martínez Mejía. Y esta lógica de Perogrullo mueve a quienes no quieren quedarse en casa en estas horas difíciles.
«Hay que priorizar el café, ahora, y ponerle a la tarea tanto o mayor interés que a nuestras profesiones», dice Darianne, técnica de laboratorio, empleada en la misma institución de salud, quien asegura que «en el policlínico se quedaron los imprescindibles».
Por eso a las lomas de Yateras, segundo territorio cafetalero de la provincia mayor productora y exportadora del país, se movilizaron decenas de jóvenes con la misión de acopiar todo lo posible de las más de 100 000 latas desgranadas por los vientos de Ike, cifra considerada el 40 por ciento de la cosecha del municipio.
Pero los guarismos son más impactantes cuando se contabiliza todo lo presuntamente perdido en la provincia: más de 328 000 latas de café caídas, además de daños menores en las cubiertas de despulpadoras y naves para el procesamiento de este renglón exportable, según dijo a este diario Emilio Rivera, funcionario de la Dirección Provincial de Café.
Mejorar viales de acceso a los campos con el fin de extraer más ágilmente lo acopiado, y recuperar las plantaciones de cafeto que aún bajo los arbustos pueden ser restablecidas, son acciones que se emprenden también en el fragor de la recogida.
El directivo valoró como decisivas las movilizaciones de jóvenes militantes de la UJC, a quienes calificó de «productivos, eficientes y juiciosos en torno a la importancia económica de la tarea», e informó que unos 3 500 estudiantes están ya entre los cafetales de la provincia, como parte del plan La escuela al Campo.
Se trata, dijo, de alumnos y profesores de centros de la enseñanza politécnica y algunas secundarias, sobre todo de los mismos municipios cafetaleros, quienes tienen la encomienda de recolectar todo el café posible, dentro de los elevados picos de maduración que se avecinan.