IKE camina lejos de Granma y la normalidad se asoma en esta provincia... pero no en todas partes. Ayer mismo en la noche los pobladores de Grito de Yara, en el municipio de Río Cauto, veían atónitos cómo el agua les tocaba la puerta de la casa.
«Nueve barrios de esta comunidad están inundados», comentó la reportera radial Belkis García, que se encontraba en el lugar. «En algunas partes ya el agua tiene medio metro de altura», me dijo por vía telefónica.
Sucede que la laguna natural de este poblado, el dislocado río Salado y el canal derecho de la gigantesca presa Cauto el Paso —que con las lluvias dejadas por Ike prácticamente llegó a su tope— unieron sus aguas y formaron «un mar dulce».
«Desde que yo vivo aquí, hace más de 20 años, nunca vi algo parecido, esto es inusual», le dijo un poblador a la periodista.
Esta sorpresa hídrica obligaba a desarrollar variantes al Consejo de Defensa Municipal, un órgano experto en lidiar con situaciones similares, porque otras zonas de este territorio tan bajo se anegan a menudo.
Para revalidar esta afirmación la víspera permanecían incomunicados por las inundaciones los barrios de El Pontón, Saladillo, Las Ovas, Yuraguanal, El Palmar, Las Mayitas, Cañadones y dos del Cauto Cristo limítrofes con Río Cauto: La Mascota y Aguacate.
Precisamente en este lugar tuvo que producirse el miércoles otro rescate. Más de 50 personas, desobedeciendo disposiciones previas, quedaron en un lugar inseguro y cuando se vieron con el agua al cuello —es decir, a la cintura— pidieron auxilio. Integrantes de la Cruz Roja las sacaron del aprieto.