Sonia ha decidido cultivar el hábito de lectura en los cenagueros. Ciénaga de Zapata, Matanzas.— Sonia Veiga Velero lucha por salvar almas. Emprendió ese desafío hace cuatro años en una pequeña y acogedora sala de lectura, del poblado de Pálpite. Ella se propuso incrementar el número de lectores. Fue una tarea titánica, pero sabía que tenía en sus manos un tesoro de más de 500 libros.
Sonia, técnica en Bibliotecología, puso todo su empeño en una meta: dedicar sus mejores años a cultivar el hábito de la lectura en los cenagueros. Con optimismo vio crecer el número de personas que acudían a solicitar el servicio de préstamo.
Sin embargo, no siempre fue así. Basta escuchar las incontables anécdotas que esta mujer conserva en su memoria sobre sus primeros tiempos en el empeño.
«Al principio fue difícil convencer a las personas para que sacaran un libro. Recuerdo, de manera especial, algo que sucedió con un muchacho. Estaba sentado aquí enfrente y le propuse que entrara.
«Casi no me dejó terminar de hablar y me dio una respuesta negativa: “¡por mí, la biblioteca esa se puede podrir, porque yo no leo ningún libro!”.
«El tiempo pasó y, al final, él mismo se acercó apenado, y con cierta timidez me pidió un libro de aventuras, porque su hermano lo embulló.
«Al regresar a devolvérmelo, noté en sus ojos un brillo especial y sonrió al decirme que no sabía lo que se había perdido.
«Lo más bonito de esta historia es que ahora él viene acompañado de su niña de ocho años de edad, a quien desde pequeña guía por el camino del saber».
Este joven no es el único. A la acogedora salita acuden cientos de personas al año, entre niños, jóvenes y adultos, quienes en su mayoría prefieren el género policiaco, las aventuras y las novelas, aunque existen también los que asisten para realizar trabajos prácticos de la escuela, según nos contó Sonia.
«Los libros de aventuras más solicitados por la juventud son Caballero de Hameltant, de Alejandro Dumas, y Dónde está la diferencia (libro argentino), de Luz Rabí; las novelas casi siempre las leen las mujeres, con preferencia por Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde, y Aquel año en Madrid, de Daniel Chavarría.
«Los adultos gustan leer sobre el Che, las obras de Fidel, como por ejemplo Cien horas con Fidel y Mi prisionero Fidel, entre otros, y hasta los estudiantes de las sedes universitarias se acercan para profundizar en los temas de sus carreras».
Sonia nació en la Ciénaga y con su humilde labor convierte sus sueños en realidad, porque todos en Pálpite tienen la posibilidad de leer, estudiar y ser hombres cultos y de buena voluntad.
«Me alegra mucho que las personas puedan superarse, porque antes de la Revolución, en esta región éramos analfabetos, no teníamos escuelas, ni profesores».
Esta sala de lectura no alcanzaría su altura sin la abnegación de Sonia, quien se esfuerza en trabajar para la comunidad.
«Nosotros realizamos diversas actividades, como el concurso ¿Somos buenos o malos lectores?, en el cual se premia a un niño, un joven, un adulto y un adulto mayor; y preparamos a los pioneros para que participen en el concurso Leer a Martí.
«Durante fechas de significación histórica desarrollamos iniciativas como los encuentros Entre libros y canciones, y otras actividades con los integrantes de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.
«También todos los meses ofrecemos a los niños una revista infantil, que se ha convertido en un espacio para que reciten poesías, canten, lean y disfruten de las adivinanzas».
Actualmente las personas se acercan con más confianza a este local que ilumina. De esta manera dedican el tiempo a algo útil, sano y gratificante que les alimenta el alma.