¡¿Yo pasar el Servicio?! ¡Qué va! Me busco un certificado de cualquier enfermedad como que no puedo hacer esfuerzo ni nada de eso... y no digas el Servicio, oye, lo que es candela es la previa..., el día entero marchando y mandándote... y a mí, mi hermano, ¡no me manda nadie!
Esto no es el parlamento de una obra de teatro. Tampoco el fragmento de un cuento de ficción. Son palabras reales de un joven que puede ser su hijo, su hermano, un amigo, o tú...
En los grupos de adolescentes varones, habitualmente escuchamos frases similares desde hace algunos años, casualmente por la época en que terminan las clases y se acercan las vacaciones. El temor al Servicio Militar, en particular a la Preparación Militar Básica de los nuevos soldados, más conocida como previa, se ha expandido entre los muchachos.
Entonces, ante semejante fenómeno, surgen las interrogantes: ¿Los jóvenes de ahora son más débiles y mimados que los de unas generaciones atrás? ¿Realmente es tan terrible la previa? ¿O se ha perdido la conciencia de que el pueblo debe prepararse militarmente?
«Cuando los jóvenes dicen que es malo, se refieren sobre todo al régimen estricto, a la disciplina militar. Uno no está acostumbrado a despertarse tan temprano, a estar recibiendo órdenes de mando; por eso llega a la previa rebelde. Es muy diferente la vida libre de la calle a la disciplina con la que se choca aquí adentro», son los argumentos del soldado Maikel Correa Guía, quien se incorporó al Servicio luego de estar trabajando como entrenador de remo, y de haber formado un hogar.
«Yo entré a la previa el 25 de enero de este año, y sabía que me iba a enfrentar a algo duro, porque uno viene de la calle, acostumbrado a no tener disciplina, a hacer las cosas a su manera, como cree que están bien, y aquí la disciplina es muy fuerte, hay un régimen diferente a como se está acostumbrado... Siempre yo he oído decir a mis amigos, mis conocidos: oye, la previa es una etapa difícil. Y ahora lo digo yo también, la previa es muy dura», refiere el soldado Randy León, de 18 años de edad.
Preparación básicaEn Cuba, el Servicio Militar se considera la vía principal mediante la cual los ciudadanos, tanto hombres como mujeres, se preparan para la defensa de la Patria. Este comprende dos variantes: el Servicio Militar Activo y el de Reserva.
Está establecido en la Ley Número 75 de la Defensa Nacional que el plazo total que debe cumplir el individuo llamado al Servicio Militar Activo, más el tiempo de preparación de movilizado, en calidad de Reserva, no podrá exceder de tres años, pues ambos se complementan para establecer un plazo total de prestación del Servicio Militar en momentos de paz.
El Servicio Militar Activo consiste en el cumplimiento directo de las obligaciones militares que tienen los cubanos en unidades y dependencias de las FAR o el MININT. Según lo establecido en el Decreto Ley No. 224 del Servicio Militar, los jóvenes del sexo masculino podrán ser llamados a filas al cumplir los 18 años. Por su parte, las mujeres lo harán de forma voluntaria.
Otra de las variantes, el Servicio Militar de Reserva, se refiere a la ejecución de tareas relacionadas con la preparación para la defensa por individuos del sexo masculino de hasta 45 años de edad. En este caso, los varones inscritos pueden ser movilizados por un plazo que no excede el año, en uno o más períodos, durante los cuales se rigen por leyes y disposiciones vigentes en el comportamiento de los militares en servicio activo.
Un ejemplo de la participación de los alistados en el Servicio Militar de Reserva son las tareas de preparación militar Mi guardia con la Patria. La misma ha movilizado a gran cantidad de reservistas y milicianos tras la Proclama emitida en julio de 2006 por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
La primera fase del Servicio Militar está comprendida entre los 40 y los 60 días, y se le llama Preparación Militar Básica de los nuevos soldados, precisamente, porque les aporta a los reclutas recién incorporados los conocimientos fundamentales sobre determinadas cuestiones militares. Durante este período los jóvenes asimilan información sobre temas históricos, patrióticos, políticos y de defensa.
Según el teniente Pedro A. Martínez, jefe de un pelotón, la preparación combativa es la actividad fundamental en este período de preparación básica de los soldados recién ingresados al Servicio Militar. Se les desarrollan hábitos y habilidades para la defensa de la Patria, pues ante cualquier agresión enemiga deben dar una respuesta rápida.
«Esta etapa es un cambio brusco en sus vidas, porque los muchachos vienen de la calle, de la vida civil, con sus costumbres..., y cuando tropiezan con la disciplina militar les resulta muy difícil adaptarse. Entonces, además de prepararlos en lo que es el tiro, la táctica, el combate cuerpo a cuerpo y otras materias militares, uno debe darles consejos, educarlos.
«Aquí se conversa mucho con ellos con el objetivo de que adquieran responsabilidad en todos los sentidos de la vida. Además de prepararlos política y militarmente, se les reafirma el concepto de patriotismo y se les forja el carácter como hombres de bien».
La rutina que los diferenciaEl itinerario dispuesto para cada día en esta fase de adiestramiento está bien dispuesto en cuanto a tiempo y actividades, y raras veces varía.
La hora cinco y media de la mañana saluda a los soldados diariamente, burlando aquello de que no por mucho madrugar amanece más temprano. Aquí las horas mañaneras corren en función de las actividades de gimnasia matutina, aseo personal, formación, desayuno, limpieza de las áreas y seis turnos de clases.
Todas las materias impartidas están relacionadas con el aprendizaje militar defensivo que se quiere lograr en los reclutas. Estas son: preparación táctica, tiro, exploración y ejército enemigo, preparación política, preparación jurídica, ingeniería, topografía militar, preparación física, infantería, sanidad militar y protección contra las armas de exterminio en masa, entre otras.
Según la disciplina tratada, las lecciones son impartidas en un aula o en polígonos de tiro, de táctica, de obstáculos o en el gimnasio de tropas.
De lunes a sábado, luego del almuerzo, reciben otra hora de estudio que luego contrastan con práctica de deportes o limpieza. Una jornada nocturna está programada para las actividades de recreación, mediante los juegos de mesa, el video, la televisión o libros de la minibiblioteca, ubicada en la sala colectiva. Los domingos reciben la visita de familiares y tienen las tardes para su esparcimiento.
Un lugar especial de la unidad militar visitada es el aula del soldado. Y precisamente se le considera extraordinario a este espacio, por el hecho de ser la primera que surgió, y a donde vienen jefes de todo el país a tomar experiencias. En las semanas iniciales de la preparación básica se convierte en escenario obligado de todas las compañías.
«En el aula se les imparten a los soldados los conocimientos básicos de la disciplina y la vida militar. Se les muestra en qué consiste la filosofía de lucha de nuestro pueblo. Hacemos que se familiaricen con los grados militares, conozcan la composición y los medios del enemigo al que nos enfrentamos», comentó el primer teniente Nixander Lobayna Despaigne, encargado del Aula del Soldado.
«Les hablamos del vestuario, la norma de salario, los deberes y derechos de los soldados; porque aunque sean reclutas, por ejemplo, tienen derecho a mantener una comunicación periódica con sus familiares, a superarse... Si es diferido, recibe una preparación antes de entrar a la universidad, si no obtuvo carrera puede optar por la Orden 18 y luego alcanzar este objetivo, o permanecer en las Fuerzas Armadas e ingresar en un curso para formarse como militar profesional».
Ver a tantos jóvenes de desigual formación, origen y carácter realizar acoplados una serie de actividades, y además encontrarles sentido a cosas que muchas veces pasaron inadvertidas ante sus ojos, es de por sí un logro.
¡Resulta increíble el valor que aprenden a darle a un minuto, porque el tiempo está organizado prácticamente en base a los segundos! Y asombroso, ver cuánta energía pone cada uno para lograr un intachable aspecto, imagen del uniforme, y arreglo de la cama antes de la revisión del sargento instructor. ¿Será que esto se puede lograr sin exigencia? ¿Deformará la conducta de nuestros jóvenes el hecho de educarlos con rectitud en la integralidad?
«La imagen de la previa que yo tenía era la peor, en todos los sentidos, de verdad; pero gracias al trato de los sargentos instructores he visto que no es así. A mí me ha educado mucho esta etapa y actualmente mi concepto del servicio es bueno y lo considero necesario para los jóvenes cubanos... He comprendido que en caso de una agresión militar contra Cuba, somos nosotros los que tenemos que defender la Patria, de ahí la urgencia entonces de que todos los jóvenes pasemos la previa como preparación inicial para adaptarnos a lo que será el tiempo del servicio militar.
«Yo lo digo... ¡ahora hasta en mi casa hago tareas que antes ni pensaba! ... arreglar las cosas, ayudar para que todo esté organizado... Te puedo asegurar que en un futuro, si depende de mi voluntad, mis hijos no tendrán justificación alguna para no pasar la previa, ¡y mucho menos el Servicio! ¡¿Por qué no hacerlo?! Hasta ahora, esta ha sido la mejor manera de forjar a los hombres».
Esto es fruto del trabajo de un grupo de oficiales en una unidad que realiza seis previas al año, con soldados de las dos provincias habaneras. Son las palabras certeras de un soldado con más de cincuenta días en la Preparación Militar Básica, quien ha descubierto que la disciplina es austera, pero generosa.