AD: Perdí mi primer matrimonio por un engaño. Aunque yo lo había hecho en varias ocasiones no dejó de afectarme enormemente. Ahora estoy con la otrora mejor amiga de mi ex mujer y tengo miedo de que me pase lo mismo. Siento que la relación hace casi seis años no es funcional, pero temo a la soledad. Dígame qué puedo hacer en este caso. Tengo 45 años.
No se trata solo de lo que pueda, sino de lo que quiera hacer. En términos de posibilidades, usted puede elegir entre rutina o invención. Puede dejarse atrapar por este nudo de displacer o inventarse un modo de girar para buscar una forma de estar con su pareja de mayor compromiso con su particular modo de ser y por tanto más placentera.
El temor a estar solo lo deja en esta inercia, pero no impedirá la soledad cuando la relación caiga por el propio peso del malestar acumulado.
Lo que expresa en su carta da la impresión de que espera el engaño de ella para resolver el problema. Quizá se repite usted en el dejar desmoronar la relación hasta que su pareja elija dejarlo en una posición de objeto desecho engañado.
Las repeticiones de nuestra historia, donde somos al menos coautores, guardan relación con nuestro deseo en la vida. Por eso sería pertinente analizar su relación con lo que llama «engaño», en tanto lo ejecuta, espera y sufre al mismo tiempo. Antes engañaba a su mujer, quien termina siéndole infiel y usted se estabiliza justamente con su mejor amiga para esperar de esta una infidelidad y cierre de la relación. ¿Dónde está usted en estas historias? ¿Hasta qué punto las condiciona? ¿Cómo es que el engaño siempre ronda a su alrededor?
Todas las parejas funcionan o no en determinados puntos, a pesar del sueño de ser «felices para siempre» como en los cuentos de hadas. Nadie puede prometer que todo será de maravillas, pero sí es posible contribuir a que la relación marche de un modo placentero y soportable. ¿Qué hace usted para ello?
Mariela Rodríguez Méndez. Máster en Psicología y consejera en ITS y VIH /Sida