Salir a las calles y hablar con cualquier persona de edad madura sobre la entrada de Fidel y los barbudos que derrocaron la tiranía batistiana a la capital es vivir por sus recuerdos aquel momento inolvidable y tan significativo para los cubanos. Algunos ejemplos así lo demuestran. ”Fue algo inolvidable, increíble lo que pasó en la capital cubana el 8 de enero de 1959, día en que los desposeídos, casi todos, salimos a las calles a recibir a los barbudos con el Comandante en Jefe al frente, para celebrar con ellos el triunfo revolucionario”, así lo afirma Lidia Asencio Robles, del municipio de Arroyo Naranjo. Por su parte, Sol Terradas, otra ama de casa de entonces, rememora lo apoteósico del momento. Fue tanta su alegría que olvidó por única vez sus deberes de madre recién estrenada y, cuando le avisaron que se acercaban los héroes por Malecón, salió emocionada a verlos pasar y cerró la puerta dejando la llave y a su hijo dentro. Asegura que, aunque después pasó tremendo susto, no se arrepiente, por que aquella Caravana de la Victoria le dio la posibilidad de vivir como persona, de poder estudiar, educar gratuitamente a su prole, descansar tranquila sin temor a dormir en la calle por falta de dinero para pagar el alquiler. ”No se puede describir el mar de gente. Ni las fotos pueden significar lo que se vivió ese día. Todos querían mostrar gratitud, hacia aquellos patriotas que terminaron con una dictadura tan sangrienta y que prometían tanta cosas buenas para quienes siempre fuimos explotados –y lo cumplieron con creces- agrega Lina Soler, otra capitalina ya jubilada. Recuerda el ex piloto Ramón García que solo escuchaba “Fidel, Fidel” y que todos querían tocar a los barbudos de la Sierra que traían la esperanza, libertad, independencia y dignidad que disfrutamos desde entonces. ”Fidel venía en un tanque, luego pasó a un jeep y Camilo traía el sombrero alón que lo distinguía, fue apoteósico, muchos lloramos de emoción”, dice Elcira Suárez al recordar tras casi cinco décadas. Flores, vivas, agradecimiento de un pueblo enardecido que levantaba banderas cubanas y del Movimiento 26 de Julio recibieron a su entrada en la capital a los bravos combatientes del Ejército Rebelde que terminaban una guerra de tantos años, asegura con lágrimas en los ojos por la evocación otra habanera, Blanca Rosa Pérez. El pueblo apoya desde el 8 de enero de 1959 a la Revolución que vive triunfante desde hace 48 años.