Algunos titulares han destacado que «Posada Carriles no será liberado». Pero lo que realmente descuella, por el contrario, es el afán de Washington de seguir alargando los tiempos por su reticencia a permitir que se haga justicia sobre el criminal, a quien el gobierno de Estados Unidos no acaba de encausar como lo que es: un terrorista...
De ese modo, presentado únicamente como un «inmigrante ilegal» que constituye un «peligro para la comunidad» —y sin que esa peligrosidad se demuestre ante las cortes— Washington sigue garantizando impunidad al autor del crimen de Barbados, 30 años después de aquella masacre...
Las pruebas que incriminan a Posada parecen demasiado aplastantes; pero los cada vez más demostrados nexos de sucesivos gobiernos estadounidenses y de la CIA con el terrorismo contra Cuba, también pesan sobre las decisiones de la administración Bush.
Al vencer, este jueves, el plazo solicitado para apelar la recomendación de libertad que formuló el juez Norbert Garney el pasado 11 de septiembre, las autoridades de EE.UU. no han presentado un solo argumento más que reiterar el ya reconocido peligro para la comunidad que representa Luis Posada Carriles, y las consecuencias adversas que su eventual liberación traería para las relaciones internacionales de la Casa Blanca.
Como uno de los argumentos blandidos por Garney para solicitar la liberación de Posada era que ningún «tercer país» había aceptado recibirlo, el documento de 22 páginas presentado la víspera por el gobierno, refuta que las gestiones se hayan agotado ya y, en consecuencia, pide tiempo adicional para hacerlo...
«Desde el punto de vista de Venezuela eso es totalmente ridículo», opinó el abogado José Pertierra, representante de Caracas en su solicitud de extradición de Posada.
«Un hombre que está involucrado en la voladura del avión de Cubana, que ha cometido homicidio calificado de 73 personas incluyendo a una niña de nueve años y una mujer embarazada, no debería ser deportado a ningún país. Debería ser extraditado y procesado por homicidio, no ser deportado por indocumentado», declaró a JR anoche, en contacto desde la capital venezolana.
AÚN MÁS ESCANDALOSOMás relevante que la moción del gobierno, aunque menos publicitada, resulta la carta que enviara la Fiscalía al propio Posada Carriles para informarle que continuará detenido por un tiempo adicional, y donde por vez primera las autoridades estadounidenses hacen referencia al atentado contra el aparato de Cubana, a las bombas colocadas en los hoteles de la Isla en 1997 —que provocaron la muerte del joven italiano Fabio Di Celmo—, y al atentado frustrados en Panamá, en el año 2000, donde Posada y sus cómplices Guillermo Novo Sampoll, Pedro Remón y Gaspar Jiménez Escobedo, perseguían el magnicidio del Comandante en Jefe y lo que hubiera provocado la muerte de miles de jóvenes istmeños. Por primera vez el gobierno de EE.UU. admite en ese texto la existencia de «información» que vincula a Posada con el atentado sobre las aguas de Barbados.
«Lo que deberían hacer los Estados Unidos es detenerlo, utilizando el pedido de Venezuela para una detención preventiva a fines de extradición, y posteriormente extraditarlo; no seguir deteniéndolo como un simple indocumentado», reitera Pertierra.
Interrogado sobre las variantes que podrían ocurrir si, finalmente, el juez no accede a esta solicitud de más tiempo formulado por el gobierno, el abogado fue tajante:
«Lo pueden liberar; ese es el peligro».
LA FALACIA DE LA CONVENCIÓNEl abogado José Pertierra considera cínico que Posada Carriles goce de protección mediante el Convenio de la Tortura «en un país que acaba de aprobar una ley para permitir la tortura en el mundo y burlarse del propio Convenio de Ginebra»; así como que EE.UU. mantenga que Posada sería torturado en Venezuela, «donde no existe ninguna evidencia de que se torture a los presos».
La continuada protección norteamericana a Posada denuncia otra vez, con caracteres enormes, el doblez y la mentira de la cruzada antiterrorista de Bush.
«¿Por qué este afán de ampararlo? Si se mira que hoy, 5 de octubre, ocurre la presentación de este documento por parte de la Fiscalía al mismo tiempo que el National Security Archive de la Universidad George Washington presenta, en su sitio web, declaraciones juradas de individuos que interrogaron a los autores materiales del estallido del avión, quienes admiten haber sido entrenados por la CIA y que Posada Carriles estaba trabajando con la agencia, así como un memorando enviado a Kissinger donde también se admite que Posada era un hombre de la Agencia... Si examinamos y reflexionamos sobre esos documentos, yo creo que la pregunta de por qué el afán norteamericano por amparar a este terrorista, tiene una respuesta muy obvia».