Aloyma junto a su esposo Ibrahím y su hijo Ismel, quien se resistía a la quietud por ser la hora de saciar su apetito. Fotos: Cortesía del hospital provincial de camagüey
CAMAGÜEY.— Transcurría el séptimo mes de embarazo de la joven Aloyma Pérez Ibáñez, cuando serias dificultades para caminar hicieron que la muchacha se trasladara hacia el Hospital Provincial Manuel Ascunce Domenech.
Así comenzó la incertidumbre para la familia de Aloyma, que no dejaba de preocuparse por su salud y la del futuro bebé, y también iniciaba para los médicos de esta institución una nueva experiencia profesional que los pondría a prueba, pues lo que le sucedía a esta joven de solo 25 años de edad no tenía antecedentes, a tal punto que los entendidos en el tema llegaron a denominarlo como «un caso inusual, nunca antes visto aquí».
Valorada clínicamente por un equipo multidisciplinario, Aloyma fue diagnosticada con prontitud: tenía una tumoración en la médula espinal que no podía esperar a después del parto para ser extirpada, porque la progresión de la lesión ya le impedía caminar, y porque, además, el feto no sobreviviría fuera del vientre de su madre si esta fallecía.
Un estudio de Resonancia Magnética Nuclear informó sobre la anomalía en su cuerpo. Esta exploración era necesaria para especificar el tamaño y la localización del tumor, y así obtener éxito en el tratamiento a seguir, aunque era preciso evitar someterla a las radiaciones de otros exámenes complementarios no recomendables en su estado.
La prueba confirmó que la paciente tenía un meningioma (gran tumor benigno) de localización medular, de muy difícil acceso y que ocupaba el 80 por ciento del conducto interior (antero-posterior) de la columna vertebral.
Estaba en un período muy avanzado, de entre seis y ocho centímetros de largo, y ya le había ocasionado trastornos en los esfínteres (la parte del órgano tanto uretral como anal que se encarga de eliminar los desechos del cuerpo humano) y en la movilidad de sus piernas.
Ante el avance de tales manifestaciones, el colectivo de expertos de este centro determinó intervenir quirúrgicamente a la paciente, proceso que estuvo a cargo de los neurocirujanos Héctor León, Guillermo Pardo, Fredy Muñoz, Sergio Silva y Sandro Pérez, además de otros especialistas, que mantuvieron con vida al feto y a la muchacha, y sometieron a ambos a un monitoreo continuo de todos sus signos vitales.
DESAFÍO PARA VIVIRParte del equipo multidisciplinario en el momento de la intervención quirúrgica. La intervención quirúrgica y un seguimiento con cuidados especiales, incluidos medicamentos como el antibiótico Meronén, traídos con gran urgencia desde la capital, respondían a un doble reto para el equipo de especialistas: el primero, que la joven caminara, y el otro, que el bebé saliera ileso de esta situación.
La operación duró cinco horas y cuarenta minutos. A su éxito debe sumarse que se realizó con la paciente apoyada en la rodilla y en el pecho, quedando libre el vientre materno, pues el estado de gestación de Aloyma así lo exigía, y porque además esta forma posibilitó una mejor transoperatoria (manejo técnico durante la operación) para los médicos.
La compleja intervención enfrentó el desafío de rescindir el tumor y a la vez descomprimir la médula espinal, para lo cual fue necesario bordear este delicado órgano por el lateral, pues el meningioma estaba justo delante de él.
A pesar del trago amargo y la zozobra vivida por la joven en el mes de mayo, le sirve de aliciente la exclusividad de su aporte a la ciencia médica, pues, como reafirman los galenos, este es un caso que quedará para la posteridad pues «aún no se identifican casos con iguales características, ni dentro ni fuera del país».
ALOYMA CUENTA SU HISTORIAEl 27 de julio nació Ismel Jesús tras haber tenido en «jaque» a los doctores del Hospital Provincial agramontino y del Materno Infantil. Vino al mundo mediante cesárea y pesaba cinco libras y diez onzas. Hoy, junto a mamá y papá, goza de perfecta salud. Aloyma, con él en brazos, recibió caminando a este equipo de periodistas. Ella es maestra de segundo grado en la escuela primaria Conrado Benítez, y con su tesis de Licenciatura en Defectología a punto de terminar, confesó a JR que siempre se sintió optimista.
«Los neurocirujanos que me operaron, sobre todo Héctor León y Guillermo Pardo, me dieron mucha seguridad. A Lianne González, quien me hizo la cesárea, le agradezco su dedicación y el haber recibido a mi hijo.
Guillermo y Melba, padres de Aloyma, e Ibrahím, su esposo, también agradecen tanto esmero y consagración de parte de los trabajadores de la salud, porque aún la rehabilitación no termina.
Cariñosamente, la muchacha recibe en su hogar a Roberto Acosta, jefe de los técnicos en la Sala de Rehabilitación del policlínico del reparto Previsora. «Él viene tres veces a la semana a orientarme los ejercicios en casa. Hace un esfuerzo muy grande, gracias a los cuidados y a él es que caminé tan rápido», asegura entusiasmada.