Tiempo extra
Mañana, poco antes de lanzarnos al merecido festejo por la llegada de un nuevo año, casi todos estaremos pasando revista a lo hecho durante el 2012. Es placentero pensar que fuimos capaces de concretar algún que otro propósito pensado hace exactamente 12 meses —y bajo similares circunstancias—, aun cuando otros planes se nos hayan quedado en el casillero de los deseos.
Pero como nunca faltan aquellos que utilizarán hasta el minuto final para cumplir sus metas, y teniendo en cuenta que varios de mis proyectados anhelos necesitan más de un día para ver la luz, aprovecharé esta última edición dominical para, al menos, llegar al próximo año con la menor cantidad de «deudas» en el tintero.
Así, en aras de evitar otra posposición, esta última columna será para reconocer públicamente al fútbol nacional, tan «castigado» —a veces con más razón que otras— por buena parte de los aficionados.
Es cierto que los discretísimos resultados en la eliminatoria mundialista desinflaron las ilusiones de muchos. Y tal vez por eso, el reciente título en la Copa del Caribe, por demás único en estos torneos y primero de una selección cubana tras el éxito en la cita multideportiva centrocaribeña de hace 26 años, oxigena el optimismo.
No se trata de tirar voladores al aire, ni de inflar el valor de un resultado inédito. Un equipo tan sufrido, que desafortunadamente pasó por las manos de tres directores técnicos diferentes y perdió durante el proceso a varias de sus figuras establecidas, terminó siendo el más sobresaliente en la última actualización del ranking divulgado por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) gracias a su «salto» de 41 escaños.
¿Puede ser esto referencia de algo? Esa sería una pregunta para pitonisas, pues si algo le sobra al fútbol doméstico es la cantidad de intentos de despegues hacia sitiales más encumbrados. Sin embargo, hay que reconocer que nos hemos quedado cortos en cada escaramuza.
Al desarrollo de nuestro fútbol, en los tiempos que corren, le debemos un enfoque más abarcador, audaz, sin prejuicios ni recelos infundados, pues su mayor visibilidad mediática y aparente preferencia entre los jóvenes no es más que la consecuencia de nuestra incapacidad —me responsabilizo con la parte que me toca— para que la divulgación del buen béisbol, donde quiera que se juegue, deje de ser una asignatura pendiente.
Existen fórmulas posibles y alternativas viables para dar un paso más, y las experiencias pasadas y presentes que involucran a otros deportes, pudieran ayudar a desbrozar los caminos.
Mientras tanto, aprovecho para desearle el mejor de los años no solo al fútbol, pues también están entre mis mayores anhelos para este 2013 un histórico resultado en el III Clásico Mundial de Béisbol, sin dudas el evento deportivo que nos tiene deshojando el almanaque.
Además, hago votos por un notable desempeño de los cubanos en el Mundial de Atletismo que se celebrará en Moscú, en la cita universal de boxeo que organizará Kazajstán, en fin, en donde quiera que haya uno de los nuestros defendiendo los colores patrios. Sin dudas, todos estarán en mi brindis.