La tecla del duende
Desde el Yayabo nos llegan las líneas de este jueves. Cuenta Arminda, la organizadora de la ocurrencia, que el festejo por los ocho años de la tertulia allí estuvo para chuparse los dedos. En el contexto de los cinco siglos de la villa espiritual y santa, los tecleros zapatearon con gusto. Visitaron sitios históricos y culturales como Trinidad, la Torre de Iznaga y, en Yaguajay, la ciudad, el Monumento a Camilo y playa Victoria.
Compartieron afectos con duendes de Holguín, La Habana, Guaracabulla y Las Tunas. También intercambiaron con figuras de la cultura espirituana como el poeta Esbértido Rosendi. Isbel, primer secretario del Comité Provincial de la UJC; Damieyi, presidenta de los Pioneros y Eric, director de la escuela especial Protesta de Jarao, fueron cómplices del alegrón.
Igualmente desde la tierra de Serafín Sánchez, la amiga y colega Delia Proenza nos envía esta historia, una de las que integra el libro de su papá, Eliades Proenza Rodríguez, Otra vez desde mi esquina en Guisa.
...Cuando terminó la guerra del 95 y empezó otra vez a formarse Guisa, mis abuelos regresaron al pueblo. Ellos eran Francisco y Cambula. Traían todo lo que tenían: cuatro muchachos y una yegua. Uno de aquellos muchachos era Benjamín, que más tarde sería mi padre. El viejo Francisco tenía por costumbre dejar tarea a cada uno de sus hijos cuando él salía y comprobar su cumplimiento con abuela Cambula cuando regresaba. Ella estaba obligada a rendir cuentas por todo lo que sucedía cuando él faltaba. Una noche, después de un día de ausencia y de haber mandado a acostar a los muchachos, empezó el interrogatorio:
—Cambula, ¿Juanico buscó el agua?
—Sí, Francisco, la buscó.
—Y Bernardo, ¿buscó la leña?
—Sí, Francisco, la buscó.
—Y Felipe, ¿le echó el agua a los machos y los mudó?
—Sí, Francisco.
—Y Benjamín, ¿dio de beber a la yegua?
—No, Francisco, Min no dio de beber a la yegua.
—¡Anjá! ¡Con que Benjamín no dio de beber a la yegua! —dijo abuelo Francisco y se acostaron.
Al siguiente día, el viejo salió con sus cuatro hijos a comprobar el cumplimiento de la tarea dejada a cada uno el día anterior. Cuando la yegua, seca de sed, vio al grupo, empezó a relinchar y el viejo dijo:
—¡Ah! ¿Qué le pasa a esta yegua? —y se le acercó dejando a los muchachos aparte. Entonces dijo:
—¡Dime, yegüita! ¿Qué te pasa? —y pegó el oído junto al hocico de la yegua.
—¿¡Cómo, qué dices!? ¡A ver, repite eso! ¿¡Qué!? ¡Ah, que Benjamín no te dio de beber ayer! ¡No, no puede ser! ¡Repítelo! Y la yegua, contenta y a la vez desesperada, relinchaba y resoplaba bajito. Entonces dijo el viejo:
—Está bien. ¡Ya lo ven, todos los han oído! ¡Benjamín no cumplió su tarea de ayer y la yegua tiene mucha sed!
Y castigaron a Benjamín. ¡Tremenda zurra que se llevó! Pero desde ese día mi papá le cogió un odio mortal a la yegua y muchas veces cargó los bolsillos de piedras y palos escondidos para que el animal no los viera, con el propósito de castigarla. Pero siempre ocurría lo mismo, no se atrevía porque decía:
—¡¡Qué va!! ¿Y si le dice a papá? ¡Esta yegua es muy chismosa!
Este sábado, a las 10:00 a.m., en la Casa de la Prensa de Holguín, tendrá lugar la peña ocurrente.// El mismo día, pero a las 2:00 p.m. nos encontraremos los capitalinos en la Facultad de Comunicación (G e/21 y 23, Vedado). Tema: Mi foto preferida de papá (traer la foto). Tendremos como invitados a maestros del lente periodístico// Y nuestra cita gigante en el centro de Cuba: Guaracabulla, estará dedicada a los escritores Onelio Jorge Cardoso y Samuel Feijóo. El tema principal entonces quedará así: Historias de monte adentro.
Grafiti
Profe: Tus ojos tienen de mar y de arena. Ojalá no tengan de sal. Yo