La tecla del duende
Así se titula esta belleza que Enrique Milanés atesora en su insurgente blog. Entré, como siempre, sin pedir permiso, me robé a mano almada la crónica y aquí se las traigo. Díganme si no es para regalar…
Pocos seres hay en el mundo tan malcriados como una madre. La mía es un desastre: desde niño le prohibí ponerse vieja y, después de tanto tiempo, pasados sus setenta, se me empezó a descarriar: una cana rebelde, una arruga a escondidas, un cansancio insurrecto… hasta que perdí todo control sobre sus años.
A tiempo la regañé:
—No te enfermes, que eso casi nunca es bueno para la salud.
Pero ella es así; apenas escucha la voz de la inexperiencia: un día se junta con esa desaliñada muchacha, la alta presión arterial, otro se le hinchan los pies por no estarse tranquila y alguna vez deja que su espalda duela.
Entre nosotros, sin que nadie se entere: no me caen nada bien esos achaques con que sale de casa mi madre; no es buena esa juntamenta.
Hay que ser responsable. Hay que aconsejar a los jóvenes y pedirles que lo piensen bien antes de tener una madre. Porque después les sale malcriada y no podrán controlarla.
Cierta vez perdí la calma y le hice a la mía una prohibición terminante:
—¡Nunca te puedes morir!
Espero que me obedezca porque, con todo y lo que recomienda la psicología, si en eso no me hace caso será la primera vez que yo le pegue a mi madre. (Tomado de http://www.caimansinmuela.blogspot.com)
Este sábado, a las dos de la tarde, en el Memorial José Martí, de la Plaza de la Revolución, tendremos nuestra tertulia especial de entrega de premios a los ganadores del Concurso Eternidad del Amor. JR y su familia de lectores garantizan música, poesía, humor y un burujón de disparates. Están invitados todos.
Moro: Termina pronto esa chapistería que te están dando. Tu vozarrón de gigante nos hace falta en las peñas rebeldes. Tecleros
Raiza: ¡¿Abuela, ya?! ¡¿Siendo tan joven y bella?! Felicidades.
Madre: la palabra más bella pronunciada por el ser humano. K. Gibran
¡Las madres! Pensadlo bien; ellas son las que cubren de ángeles la tierra. J. Selgas
El amor materno, un instinto que contiene el aliento de la divinidad. Carmen Silva
El corazón de una madre es un abismo profundo en cuyo fondo siempre encontrarás perdón. Honoré de Balzac