Los que soñamos por la oreja
Pertenezco a la generación que allá por el decenio de los 70 de la anterior centuria se enamoró para siempre de la guitarra. Recuerdo que en un momento en que ya dominaba unos cuantos acordes y me sabía varias canciones, mi primer gran reto como ejecutante del instrumento de las seis cuerdas fue sacar y aprenderme la armonía de Paloma sin nombre, composición de Mike Porcel que se hiciera popular en la voz de Farah María.
Han transcurrido cuatro décadas y Mike Porcel continúa persistiendo en no unirse a la corriente de moda sino en seguir su voz interior y, de ese modo, ser fiel a sí mismo. Es por ello que, aunque casi con 50 años de carrera desde que debutase profesionalmente como integrante del grupo Los Dada, solo ha podido editar tres discos, si se descuenta uno llevado a cabo en compañía de la vocalista Ivette Cepeda y el actor Daniel García Rangel, el siempre recordado Juan Primito.
El más reciente de los álbumes de Mike, publicado en inglés y español, en nuestro idioma lleva por título Ecos (Suite cubana para orquesta y banda rock). Como que soy un devoto ciento por ciento de la obra de este creador, alguien que se va por encima de lo que se entiende por trovador y/o cantautor e incluso del término compositor, para devenir todo un músico en el sentido más abarcador del vocablo, disfruté muchísimo cuando pude escuchar sus anteriores trabajos, es decir, Intactus y Personal. Empero, debo decir que en el caso de Ecos uno está ante una propuesta de talla mayor, una creación que era necesario se escribiese y se registrase, no ya para la satisfacción personal de su autor y de admiradores suyos como yo, sino para algo que nos trasciende a todos: ¡la cultura cubana!
Esta deliciosa suite representa el resumen de las disímiles experiencias e influencias musicales que conformaron el quehacer del artista que es Mike Porcel. Aquí está presente la música académica, el rock y la canción de autor. Tal integradora cosmovisión mucho le debe al legado que en Mike dejó, durante su etapa formativa, el maestro y promotor cultural Ángel Vásquez Millares, ese gran defensor del arte lírico entre nosotros.
En el fonograma encontramos las principales motivaciones que han guiado el trabajo de Mike desde sus comienzos en la vida musical a fines del decenio de los 60. En la suite, contentiva de tres movimientos o actos como prefiere decir el autor, se parte de las células rítmicas cubanas, con predominio de las de origen español, aunque también con algunas africanas, sometidas en su conjunto a un proceso de hibridación a través del filtro de la cultura urbana. En tal sentido, ello es continuación de las experiencias de Mike Porcel al fundar el grupo Síntesis. Del primer repertorio de dicha agrupación, nunca olvidaré el tremendo impacto que causó en mí una pieza de Mike nombrada Campesina, también conocida como Variaciones sobre un zapateo, según se le denominó al incluirla en el segundo disco de esa banda (ya para entonces Porcel no estaba en su nómina), el LP Aquí estamos. El arreglo coral que en vivo interpretaban Mike, Carlos Alfonso, Eliseo, Ele y Silvia, las voces del colectivo en su momento fundacional, era sencillamente impactante.
En los tres movimientos que integran Ecos…, uno percibe reminiscencias que van de un Alejandro García Caturla a un Rick Wakeman, pasando por ex colegas de Mike Porcel como el pianista y compositor José María Vitier. Como se apunta en la nota de presentación del disco, los temas del CD son inéditos, con la excepción de dos de ellos, que Porcel quiso recuperar del pasado. Trátase del ya aludido Campesina y el que se emplea en la introducción de Alquimia Universal, vieja idea del tecladista Alfredo Arias Borges y que fuese concebida por él a manera de contrapunto a una de las primeras canciones de Mike en el tiempo en que ambos coincidieron en Los Dada. Por su parte, Danza del poeta está dedicada al escritor Alberto Baeza Flores quien, según palabras de Porcel, es el padre espiritual de esta obra.
Decisivo en la materialización del ambicioso proyecto es la participación en el mismo de un reducido pero muy eficiente equipo de colaboradores de Mike Porcel. Son ellos Ricardo Eddy Martínez, encargado no solo de ejecutar los teclados sino de la compleja labor que un fonograma como este demanda a la hora de hacer las mezclas y la producción (una vez más me ratifico en la idea de que «Edito» es uno de los mejores productores discográficos cubanos); Jorge «Pepino» Fernández, con un remarcado y eficiente protagonismo desde la guitarra eléctrica, como él nos tiene acostumbrados desde los años 70 cuando era parte de distintas bandas de la escena underground habanera; el saxofonista venezolano Ed Calle, con una intervención breve pero impactante; Mike Fuller, como responsable de la masterización, y Rolando Pulido a cargo del diseño gráfico.
Aunque a sus 67 años Mike Porcel está consciente de que la degradación del gusto musical en la actualidad es mundial, él sigue siendo de los que hace suyo aquel esperanzador verso de Ramón Fernández Larrea que asegura: «todos tenemos una estrella en la puerta» y confía en que, por fortuna, siempre hay espacios y artistas a contracorriente. De ahí que pueda entregarnos un fonograma a la altura de Ecos (Suite cubana para orquesta y banda rock), para mí una obra que pasará a la historia de nuestra música por ser pionera en la integración entre el lenguaje académico, lo tradicional cubano y el rock.