Los que soñamos por la oreja
Como he vivido lo mío/ soy reticente al sermón/ y a sacrosantas verdades/ hechas por repetición./ Me pone mal el guion/ para recitar a coro/ y me asisten mil razones/ que vienen a confirmar/ la mala reputación/ de las buenas intenciones.
De las buenas intenciones/ proclamadas con denuedo/ más bien hay que tener miedo/ o al menos gran precaución./ No tolero al santurrón/ de solapada violencia/ ni a quien te pide abstinencia/ con el estómago lleno/ y anda ganando indulgencia/ con escapulario ajeno.
Con escapulario ajeno/ y con esfuerzo prestao/ hasta en el burro montao/ que vive de presunción. / Como no soy el peón/ de un ajedrez trasnochao/ prefiero darle de lao/ y cruzarlo por la izquierda/ aunque lo mande a la cuerda/ si es que se pone pesao,/ aunque lo mande bien lejos/ pues bien que se lo ha ganao.
He reproducido fragmentos del tema Fe de vida, canción de Benito de la Fuente que da título a un reciente álbum de este trovador, perteneciente a una familia de creadores en la que también se destaca su hermano Rodolfo, autor de Mujer si la distancia es esa huella, memorable canción que se conociera gracias a una de las emisiones del concurso Adolfo Guzmán.
Alguna vez habrá que realizar un estudio de los muchos aportes que el movimiento de artistas aficionados le ha dado a la música en nuestro país. Hubo una etapa en que los festivales organizados por la FEU disfrutaban de un altísimo nivel. De ahí surgieron numerosos nombres que después de graduados y de complementar el servicio social, pasaron a laborar como instrumentistas o cantantes. Benito de la Fuente es un clásico ejemplo de los que le deben mucho a la rica etapa que vivieron como aficionados.
A él se le recuerda sobre todo por su largo período como uno de los vocalistas en Mayohuacán, con ese registro grave que siempre lo ha caracterizado. En mis años de estudiante de la carrera de Periodismo, disfruté a raudales de la peña que la aludida agrupación de la Nueva Trova llevaba a cabo en el anfiteatro del Almendares.
Tras vivir una etapa en Venezuela, Benito retornó a Cuba hace ya algún tiempo y en fecha reciente ha grabado un fonograma a su nombre, el cual lleva por título Fe de vida. La denominación del CD responde a que numerosa gente le había perdido la pista a Benito y con este álbum así llamado, él está transmitiéndonos señales de que está aquí entre nosotros y bien activo como creador.
En esencia, el disco ratifica a este trovador como uno de los buenos conocedores de nuestra música tradicional, en particular del son, género del que Benito ha sido deudor y profundo estudioso. De tal suerte, uno siente en sus composiciones el vínculo con la obra de figuras como Miguel Matamoros.
A tono con lo expresado, en este fonograma en materia de repertorio prevalece el son. Ello se verifica al escuchar piezas como Dama antigua, Como cuando viene un ciclón, Chica jet set, Creyente, Montuno general o la que da nombre a la producción, es decir, Fe de vida. Creo que fue atinada la decisión de incluir en el material varios temas ya conocidos en la propia voz del trovador durante su período como miembro de Mayohuacán o gracias a versiones de otros intérpretes. Tales son los casos de Verano y Oxígeno, corte que ha sido muy popular, tanto en Cuba como en otros circuitos hispanos, y que muchos no saben que es de la autoría de Benito de la Fuente.
Álbum con textos agudos, de esos que hacen pensar sin ser en lo más mínimo rebuscados sino concebidos desde el habla de pueblo, el disco es de esos que invitan a bailar y estoy convencido de que si fuese promovido aunque fuese solo un poco, varios de sus cortes ganarían el favor del gran público. Digo yo.