Los que soñamos por la oreja
Conocí el trabajo de Janio Abreu cuando era integrante del cuarteto de clarinetes Ébanos de La Habana. En dicha formación, le escuché ejecutar el clarinete bajo, instrumento harto complejo para controlar la emisión del sonido. Desde sus inicios en 2001, Ébanos de La Habana, agrupación dirigida por Macario Sanjudo Hernández, se propuso la difusión de los compositores cubanos en toda su diversidad y así, en un repertorio camerístico, también incluían cha cha chá, danzón, bolero y son, junto a piezas de autores como Paul McCartney, John Lennon y Duke Ellington.
Entre los cubanos hay un puñado de nombres que en los últimos años se han destacado como clarinetistas en los ámbitos de la música académica. Son los casos de Vicente Monterrey, Jorge Serrano, José Antonio García, Patricia Pérez, Kimany Simón, Walter López, Boris Abreu, Jany Serrate, Aylet Monzón, Tania Núñez, Susel Díaz, Norman Milanés, Vivian Gutiérrez, Yanexy Machado, Laura Calderón, Diana R. Álvarez, Dianelys Castillo y Ana de Lourdes. Es significativo que en los terrenos del jazz, también tenemos ejecutantes del clarinete con fama mundial y ahora mismo, entre nosotros, hay figuras de muchísimo talento en el instrumento, como Orlando Sánchez («Cubajazz»), Emir Santa Cruz y Ernesto Camilo Vega.
De tales antecedentes se nutrió Janio Abreu al fundar en diciembre de 2007 la agrupación Aire de Concierto, grupo atípico en nuestro contexto por su formato, basado en un dúo de clarinetes (Janio Abreu y Joel Lafont), con respaldo de batería (Leandro Fonseca) y, de manera alternada, guitarra o bajo eléctrico (Miguel E. Béliz). Si bien este es el set fundamental de instrumentos, por las posibilidades de los integrantes del ensemble, ellos también emplean saxofones y percusión menor, con lo cual el timbre del proyecto es muy variado.
En apenas tres años de vida, Aire de Concierto ha desarrollado una trayectoria asombrosa, si se piensa en el corto período de existencia de la formación. En sus resultados, junto al talento de los miembros del cuarteto, ha incidido el quehacer del representante del grupo, Abel Abreu, un conocedor de las leyes de la industria musical.
Entre los logros del ensemble en este período está haber grabado su primer disco, el álbum titulado Conclarinete, publicado por Bis Music, y que en la pasada emisión del premio Cubadisco resultase nominado en las categorías de Ópera Prima y Música Instrumental. Hace unas pocas semanas que poseo el CD y que he tenido la oportunidad de escucharlo con detenimiento.
La audición del fonograma me hizo pensar una vez más en lo complicado que puede ser el asunto de las clasificaciones. Cierto que de entrada uno pudiera pensar que este no es lo que se dice con propiedad un disco de jazz, sino uno de música instrumental, pero tras repetir en la compactera varias veces el material, llego a la conclusión de que estamos ante un trabajo que se mueve en los terrenos del jazz de cámara, vertiente que en Cuba ha sido poco explotada, con aislados ejemplos como algo de lo hecho por Afrocuba en la segunda mitad de los 80 del pasado siglo.
Con un enfoque estilístico diferente al planteado por Oriente López hace más de 20 años, pero con una intención final que a mí me resulta semejante, la unión entre lo jazzístico y lo cameral se percibe en un tema como el denominado Modo y compás (original de Miguel E. Béliz y uno de mis favoritos en el CD) y en las re-creaciones que Aire de Concierto realiza de esas piezas tan conocidas que son Capullito de alelí y Summer time, genuinas muestras de lo que significa hacer una versión.
Otro acierto a resaltar es la reevaluación identitaria que aquí encontramos. Cortes como Clari que changüí y Danzón pa’ mis viejos, establecen una armoniosa relación entre elementos musicales provenientes de la tradición y de la vanguardia cubanas, con lo que la propuesta sonora genera una doble codificación, pues a la vez se transgrede un modelo de hacer música y se le rinde homenaje.
Con la colaboración de Alexis Bosch y Emilio Martínez como productores musicales, Conclarinete destaca por la cubanía que transmiten los solos interpretados por Janio, Joel, Miguel y el entonces baterista del grupo, Alain Ortiz, y que hacen que este sea un disco muy recomendable.