Inter-nos
Fue desastroso, pero se perdió su rastro maléfico en la barahúnda propagandística del meteoro naciente ¿y efímero? de la candidata vicepresidencial Sarah Palin y su debut en la Convención Republicana, y luego en una «turbulencia» mayor e impactante que continúa curso devastador: la crisis financiera estadounidense y el tsunami que va tocando costas e interiores de buena parte de los países de este mundo.
Hablo del huracán Ike y lo que dejó o destruyó a su paso por el Golfo de México y 11 estados norteamericanos, pero sin dejar huellas mayores en la gran prensa de EE.UU., cuyos espacios fueron y están dedicados a esos y otros acontecimientos «más importantes», por ejemplo, los debates Barack Obama-John McCain y Joe Biden-Sarah Palin, o los golpes bajos de la campaña electoral cuando apenas queda menos de un mes para la decisiva cita en las urnas el martes 4 de noviembre.
El regreso a la «playa» de Galveston. Foto: Houston Chronicle Pero Ike podía haber sido noticia, porque solo en el condado de Galveston, en Texas, localidad por donde entró el huracán el 13 de septiembre, se reportaron 37 muertos, todavía el 29 de ese mes dos cuerpos descompuestos eran encontrados en las rocas de la costa, y uno más este lunes, reportaba The Houston Chronicle. Y los nombres de 400 personas de Texas y Louisiana están todavía en la lista de los desaparecidos por el paso del ciclón, y 72 muertos en todo el país.
También pudieron ser más abundantes los reportes sobre las afectaciones a la industria petrolera y petroquímica de la región. Ike simplemente cerró el 98 por ciento de la producción del crudo estadounidense en el Golfo de México, y golpeó al 94 por ciento de la producción de gas natural aseveraba entonces The Washington Post, y apenas les acababa de pasar otro destructivo fenómeno de la naturaleza, el huracán Gustav. Texas alberga el 23 por ciento de todas las refinerías de Estados Unidos.
O informar mejor de los daños ocasionados en el bien distante estado de Ohio, fronterizo con Canadá. Allí las pérdidas se calculan en 553.1 millones de dólares de acuerdo a un estudio del Ohio Insurance Institute, dado a conocer este martes 7 de octubre por el Business Courier de Cincinnati. Los daños pueden ser todavía mayores, decía la Agencia para el Manejo de Emergencias en Ohio, el brazo en este estado norteño de FEMA, el organismo que alcanzó triste fama de inepta cuando el desastre del Katrina.
Los vientos huracanados, la abundante lluvia, las penetraciones del mar y las inundaciones de los poderosos ríos de la región fueron más allá de la destrucción de bienes materiales construidos por los hombres, de las pérdidas de viviendas y de negocios, de caminos y otras obras de la infraestructura, del éxodo de miles y miles de personas, en una región donde todavía existe la diáspora provocada tres años antes por el nefasto Katrina.
Un análisis federal tampoco divulgado como es debido, se conoció en esta primera semana de octubre por un extenso reporte de la Associated Press, y expone los daños ambientales que ya se van mostrando en la geografía costera del Golfo y hasta en el contaminado Lago Michigan, a mil millas de donde Ike penetró en tierra estadounidense.
La masiva destrucción de plataformas de explotación petrolera, oleoductos y tanques de almacenamiento, hicieron que al menos medio millón de galones del crudo se derramara directamente en las aguas del Golfo de México y en las costas bajas y pantanosas y las bahías de Louisiana y Texas.
Amparados en el huracán y por la desregulación de las medidas de seguridad aprobada por el gobernador de Texas, Rick Perry, las plantas químicas y las refinerías liberaron contaminantes a la atmósfera; contenedores con etiquetas de materiales corrosivos flotaron en los canales de Houston.
Se habla de raros olores, de mohos que todo lo infectan, de peces muertos, de naúseas y dolores de cabeza demasiado frecuentes entre quienes han regresado a lo que fue su hogar en Galveston.
AP afirma que los daños a la flora y la fauna están aún por ver y catalogar, aunque ya cita afectaciones a las aves migratorias, a los cocodrilos de los pantanos, a las ardillas y pelícanos, a los 17 santuarios de vida avícola silvestre en Texas.
El lunes 6 de octubre, la agencia UPI reportaba desde Galveston que los daños del Ike podrían afectar a los 187 000 votantes registrados en esa ciudad isleña a las puertas de Houston, porque muchos de ellos todavía están desplazados y sin hogar. La política traía al huracán a la palestra noticiosa, al menos en la prensa local.
Y no era esta la única conexión «extraña» del infortunio. «No pudo haber venido en peor tiempo», decía entonces del Ike, Daniel Ahm, un economista en energía del consorcio financiero Lehman Brothers. Sus palabras eran acaso premonitorias del descalabro que unas semanas después arrasaba con la multimillonaria empresa, ahora en la lista de las «rescatadas» por la administración de George W. Bush.
Son diversos los huracanes de esta temporada en Estados Unidos.