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«El cuchillo no es para los iraquíes. Es para los tipos que están a mi lado». Lo dijo la soldado especialista Mickiela Montoya, de 21 años, que estuvo destacada en Iraq con su unidad de la Guardia Nacional. La joven de 21 años aseguró que muchas de ellas son sexualmente asaltadas por sus propios camaradas de armas y ni siquiera pueden confiar en que el cuerpo militar las proteja.
La publicación estadounidense Salon.com tituló La guerra privada de las mujeres soldados un extenso reportaje sobre el tema de la investigadora Helen Benedict, y lo hace justo cuando el presidente George W. Bush ha llamado a 21 500 efectivos más —hombres y mujeres— para que marchen hacia aquella guerra, donde las militares, además de tener que enfrentarse a las durezas del conflicto bélico, las bombas, los morterazos, y el tener que matar a civiles, de vivir con los miedos, el calor y la falta de sueño, tienen también que vigilar a los hombres que llevan su mismo uniforme, quienes pueden convertirlas en mujeres violadas y ultrajadas.
La periodista de Salon.com entrevistó a dos decenas de veteranas de la guerra en Iraq para un libro que está escribiendo sobre el tema y cada una de ellas le reveló la peligrosa situación a que están sometidas y los consejos de sus superiores: no vayan a las letrinas o a las duchas sin la protección de otra mujer-soldado, menos aún de noche... Ni siquiera pueden confiarse en Camp Arifjan, una base en Kuwait donde las tropas de Estados Unidos se preparan para la desmovilización, luego de pasar su servicio en el escenario bélico iraquí, y donde se supone que están a salvo.
¿Recuerdan a Janis Karpinski, la que como brigadier general comandó la tenebrosa prisión de Abu Ghraib y fue demovida de ese cargo y degradada a coronela? Pues ella reveló que en el verano de 2003, cuando había temperaturas de 126 grados Fahrenheit (50 grados Celsius), tres mujeres soldados murieron deshidratadas en Iraq porque luego de duras jornadas de servicio durante el día, se rehusaban a salir por las de noches de sus catres en las barracas para beber líquidos. Tenían miedo a ser violadas por sus compañeros de armas. Las muertes fueron reportadas como bajas no-hostiles y sin ninguna otra explicación...
En el año 2004, el entonces secretario de Defensa Donald Rumsfeld, ordenó una investigación especial de los asaltos sexuales a las mujeres soldados en Iraq y como medida preventiva decidió en 2005 poner un sitio en la web diseñado para aclarar que los asaltos sexuales son ilegales, ayudar a las mujeres a reportarlos, y darles clases sobre cómo enfrentar el acoso. Solo en 2005 fueron reportados 2 374 casos de asaltos sexuales, pero el Pentágono debe saber que no son los únicos, puesto que los uniformados consideran como «traidor» a quienes revelen o denuncien esas u otras irregularidades.
Por otro lado, y aunque esa no es la única fuente de hostigamiento, asedio y violaciones contra las mujeres, el Pentágono propicia la posibilidad de un aumento de esas conductas impropias y delictivas, cuando prolonga la permanencia en Iraq de soldados que ya han cumplido su servicio o reenvía nuevamente al campo de batalla a fatigados por la guerra, a lo que han sumado otra decisión inapropiada, pero obligada por las circunstancias: enlistar a hombres con récord criminal y violento y uno de cada diez nuevos reclutas están en esa condición. Como apunta la investigadora de Salon.com: «El panorama luce ciertamente desolador para las mujeres».