Inter-nos
Foto: The Washington Post ¡ALBRICIAS! Con la firma por Montenegro, el pasado 2 de agosto, de la Convención de Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicionales de 1977 y 2005, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) anunció que TODOS, los 194 países que existen actualmente en este planeta Tierra, han refrendado las leyes fundamentales que protegen a las víctimas de cualquier conflicto armado y regulan las conductas de los gobiernos en tiempo de guerra.
Sería cosa de celebrar a bombo y platillo, el hecho de que ahora serán respetados los heridos, los prisioneros de guerra, los civiles atrapados en los escenarios bélicos, los periodistas que dan cobertura a los conflictos; que además nadie empleará armas que causan sufrimientos innecesarios, como las bombas clusters, los proyectiles radioactivos, las armas químicas y biológicas, las atómicas…
Pero, extrañamente, la noticia no tuvo el correspondiente reflejo en los medios. Quizá para que no se supiera que existe este valladar a los crímenes de guerra o porque nadie cree en que lo escrito en papel rija alguna vez el comportamiento de la Humanidad.
Como muestra de un asombroso optimismo e injustificada esperanza, el jefe de la división legal del CICR, Jean-Philippe Lavoyer, hizo esta declaración: «En tiempos cuando los conflictos armados continúan cobrando su tributo en vidas humanas y en medios materiales para la supervivencia, es importante reafirmar la contribución de la ley internacional humanitaria a la protección de la dignidad humana y la preservación de la humanidad».
No hace falta hacer mucha historia. Atengámonos a las guerras actuales. En África y en Asia sobran los conflictos: inter-estados, fronterizos, étnicos, civiles, genocidios. Sin embargo, los males mayores vienen de quienes se llenan la boca para acusar a otros de atentar contra los derechos humanos cuando en sus guerras «civilizadas» avasallan, asesinan, torturan, maltratan, humillan… ¿Qué sucede si no en el Afganistán asolado, en el Iraq invadido y ocupado, en la Palestina mutilada, en el Líbano masacrado?
Las evidencias son palpables en esas guerras sucias, cruentas, brutales que tienen como protagonistas a Estados Unidos, Israel y no pocos de sus socios de la OTAN: las torturas en Abu Ghraib, en el campo de concentración en que transformaron la ilegal Base Naval de Guantánamo, en las celdas de Bagram, en la prisión sionista de Ramle, en las cárceles secretas de la CIA… Los armamentos y proyectiles de uranio empobrecido… El fósforo blanco arrojado sobre Falluja y sobre barrios chiitas de Beirut y el sur libanés, donde ahora las bombas de racimo siguen cobrando víctimas, sobre todo infantiles… Los asesinatos y las violaciones en Haditha y otras ciudades iraquíes… Y la impunidad que acompaña esos crímenes, y una tras otras las excusas, las mentiras, la burla… También las amenazas, el bloqueo económico para rendir por hambre, el fomento de la subversión y los métodos injerencistas y de terrorismo de Estado contra aquellos que no admiten dominio e intervención como son los casos de Cuba y Venezuela.
Entonces, no TODOS refrendan la Convención y sus Protocolos. Los poderosos y corifeos, en nombre de su poder imperial, hacen siempre oídos sordos…