Frente al espejo
El asunto no es novedad, pero el fenómeno de coleros, revendedores y acaparadores ha aumentado en estos meses de la COVID-19 en Cuba, exprimiendo al máximo la necesidad del prójimo que, a veces, sin otra alternativa tiene que morir en sus malsanas manos, como apuntamos en el trabajo La desfachatez de exprimir al necesitado (Nelson García Santos, 28 de julio).
Ello también se reflejó en la web de nuestro diario, donde lectores como Leonardo Sánchez, llamaron a endurecer la ley contra estos seres. «No se pueden olvidar tampoco aquellos empleados inescrupulosos que desde dentro de su entidad le venden todo lo que quieran a esos sujetos, también para ellos tiene que existir una fuerte normativa».
Otros, como el cibernauta San Miguel, señalaron que hay que «apretar más y sancionar a muchos más que proliferan por cualquier parte revendiendo de todo lo que se vende en las tiendas en divisa». Añadió que también existen personas que compran en las tiendas en MLC para luego revender a más alto precio en CUC, obteniendo buenas ganancias a costa de los que no reciben MLC.
Si se ha podido controlar el accionar de un enemigo oculto como es el virus que causa la COVID 19, ¿por qué no se puede controlar a los visibles?, se preguntó Luis T., quien añadía que los gastos son mucho menores. Casi en respuesta a ello, Julio Elías señaló que «acciones son las que se necesitan y sí, se ha actuado, pero menos de lo que se desea… Más accionar, más energía, más rigor, más constancia y, por último, divulgación de las identidades de los coleros».
Aunque existen cibernautas que reconocieron que no estamos de brazos cruzados y los agentes del orden público se han unido en esta cruzada contra la deshonestidad, es evidente que las medidas no han sido efectivas o suficientes. Otros expresaron que «hay lugares que se sabe a la vista lo que se está haciendo, pero las autoridades no actúan», al decir de Yuri.
Aludían, por ejemplo, a los barrios, comunidades… «donde los cubanos de a pie —no “macetas”—, los cubanos con niños pequeños, con ancianos en casa, sufrimos los embates de figuras que en muchas ocasiones surgieron en tiempos de crisis para ordenar al pueblo y lo que han hecho es lucrarse de la necesidad del pueblo», como refirió el lector llamado Reflexión.
Y es que como apuntó la lectora Carmen se trata de ser más fuerte contra este flagelo que acaba con nuestra sociedad. «No podemos seguir permitiendo que la impunidad florezca ante todos y lo veamos como algo normal. El combate debe empezar en el barrio, es allí donde viven esas personas, es allí donde se cometen los delitos y es allí donde todos nos conocemos. Si no actuamos todos, será difícil encontrar la varita mágica que acabe con ese mal».
Los coleros, revendedores y acaparadores —expresión de un individualismo rampante— no se corresponde con la cultura y los valores del pueblo cubano; tampoco es compatible con todo el extraordinario esfuerzo realizado por este pequeño país para controlar el nuevo coronavirus y proteger la vida de la población. Por eso, esta especie de pandemia que se ha multiplicado en estos meses hay que detenerla ya.