Frente al espejo
«Dice mucho su artículo, amigo Luis (La otra cultura del debate, Luis Sexto, 22 de marzo). No me parece —aunque de ello se hable bastante en sus diferentes aristas— que se trate de un tema tan recurrente, por lo que estoy plenamente de acuerdo con su reflexión sobre esta cuestión. Y es que no pocos compatriotas aprecian la tolerancia como una actitud endeble, inadmisible en tiempo y espacio, lo que a mi juicio es un error. Pero la intolerancia aplicada en toda su extensión encierra un alto grado de peligrosidad, porque cercena u oscurece aquellos criterios y opiniones que podrían solucionar disímiles problemas. No se trata de mostrarse tolerante frente a lo mal hecho, de consentir actitudes denigrantes ante las cuales no podemos hacernos los de la vista gorda, cuando —todo lo contrario— sí debemos ser intolerantes.
«Este es un tema complejo, pero aquí desempeña un papel primordial el debate, porque propicia la comunicación. Por ejemplo, persiste una incorrecta interpretación entre intolerancia y exigencia, que frecuentemente raya en el irrespeto, debido a que una nada tiene que ver con la otra. Así, muchos que tienen responsabilidades administrativas las interpretan y desarrollan por igual, sin dar cabida a las opiniones o criterios de los demás. Temen a las contradicciones que, lógicamente, tienen que aflorar —más en estos tiempos—, pero se soslayan sin acudir al debate, que es un eficaz recurso para solucionarlas». (Nelson Leyva de la Torre)
«Muy buen trabajo (Polémica, diálogo, critica, Graziella Pogolotti, 22 de marzo). Sería conveniente que muchas personas lo leyeran y aplicaran lo aquí expuesto. Se ha hecho un hábito el no utilizar argumentos en las discusiones, utilizándose solo ofensas y calificativos hacia quien difiere en sus opiniones, tratando de mostrarle como un ser negativo, o que actúa en nombre de otros». (Pepe)