Acuse de recibo
Hay historias que merecen una mirada sensible, como la que relata Lino Ángel Acosta Labrada, residente en Calle 14 no. 7, entre Avenida Renato Guitart y 3ra. Vega Honda, en Palma Soriano, provincia de Santiago de Cuba: Hace dos años tiene a su madre con demencia senil, y siete meses que está postrada, además de padecer de cardiopatía isquémica, hipertensión arterial, insuficiencia renal grado tres y gota. Y en ocasiones, se hace sus necesidades fisiológicas incontroladamente.
A ello se suma su obesidad. Una sola persona no la puede manipular para acostarla, sentarla, bañarla, ponerla a hacer sus necesidades fisiológicas. Por ello, la hija de Lino tuvo que abandonar su trabajo de 16 años para atender su cuidado. Pero ella sola no puede.
Y Lino, con 61 años y 43 de labor, sufrió hace tres años un infarto cerebral, el cual le afectó la mano y la pierna izquierdas por lo que le concedieron cambio de puesto de trabajo al cabo de un año, y de culminar las fisioterapias establecidas. Pero aún así, con dificultad al agarrar y caminar, y con un salario de 1 136 pesos, ahora con la enfermedad de su mamá tuvo que pedir licencia sin sueldo por seis meses para ayudar a su hija.
«No sé qué pasará cuando termine este período, señala, mi papá es jubilado con 86 años de edad, y su pensión es de 1 528 pesos, único ingreso que en estos momentos entra a nuestro hogar. Mis padres tienen un hijo más además de mí, pero él tiene su familia y es el único que trabaja para mantener su hogar, esposa e hija».
Se contactó con la nueva delegada del Poder Popular, quien los ha visitado en varias ocasiones, y les informa que ha visto a la trabajadora social varias veces. Y esta no se ha personado en ese hogar.
La hija de Lino acudió a la Dirección Municipal de Trabajo para tramitar una pensión temporal. Allí vio a la funcionaria de Atención a la Población, quien le planteó que no procedía el pago para el cuidado de su abuela. Y que en el caso de Lino, tenía que sacar una patente para acumular los años de trabajo que le faltan para su retiro.
«¿Cómo voy a pagar una patente si no estoy trabajando, si no hay más salario entrante que el de mi padre?, cuestiona. ¿Cómo seguir viviendo bajo esta situación? ¿No existe ninguna solución para las personas que fueron útiles y ya no pueden valerse por sí mismas?», concluye.
Escribe con tristeza Ángela de Pablo, desde Carretera Central Este, entre Chile y Argentina, en el reparto Retiro de la ciudad de Camagüey ante la indiscriminada caza de aves endémicas de Cuba, para echarlas a pelear con ánimo de lucro.
«Son individuos sanos y fuertes que no trabajan, expresa; sin embargo reciben beneficios de la sociedad que denigran con sus salvajes prácticas. ¿Dónde están los valores que la Revolución les ha enseñado y, lo menos entendible, las autoridades que deben frenar esto? ¿Por qué no lo hacen?
«Esos individuos están acabando con nuestra fauna y con el medio ambiente por el cual la humanidad responsable y consciente lucha tanto en nuestro bello planeta. Estamos a tiempo aún de acabar con estas situaciones de depredación. Ojalá haya oídos receptivos que pongan orden», manifiesta Ángela.
El doctor Arnaldo González Arias, quien reside en Calle 14 no. 3104, en el municipio capitalino de Playa, refiere que hace muy pocas semanas Servicios Comunales situó en ese territorio contenedores nuevos de basura, y ya aparecieron los vándalos.
«Ahora no se llevan las ruedas, manifiesta, pero una gran parte ya están sin tapas, y también les llevan los tornillos que las sujetan. ¿Valdrá la pena denunciar esto a la Policía? Así sí que no llegamos a ningún lado», concluye.
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