Acuse de recibo
Hay encadenamientos de las desgracias que, unidos a lentitudes e ineficacias de las instituciones públicas, complican la solución de los problemas ciudadanos, como lo ha sufrido José Manuel Martínez Echavarría, quien reside en Lora No. 106, esquina a Calixto García, en la localidad santiaguera de Palma Soriano.
El primer golpe lo recibió el 25 de octubre de 2012, cuando el soberbio huracán Sandy afectó la cubierta de su casa. En enero de 2013 una brigada de la Empresa Cafetalera del territorio techó su vivienda y las de sus vecinos María Echarte (Calixto García 304) y Francisco Soto (Calixto García 306). Y no concluyeron. Quedaron pendientes algunas acciones por ejecutar como guardacandelas y otras.
Desde entonces, fueron diversas las gestiones hechas por esos tres damnificados para que se culminaran los trabajos truncos, y ante las chapucerías que iban aflorando con el tiempo. En carta al Presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular de 18 de marzo de 2016, alertaron: «Si nos azota un ciclón o una fuerte ventolera siquiera, estos techos irán a parar tan lejos como los que Sandy se llevó».
Las alertas continuaron. El 21 de junio de 2016, en el programa Catalejo, del telecentro Palma TV dedicado a las afectaciones provocadas por Sandy, con la presencia de Madeleine Martínez Rodríguez, directora municipal de la Vivienda, y Enelio Vaillant, vicepresidente del Gobierno municipal, se mostró el caso de esas viviendas. Madeleine reconoció la chapucería y mal hechura de los trabajos y prometió la entrega de recursos para la terminación. Según José Manuel, nada se plasmó, ni apareció la brigada encargada de dar solución ni los supuestos materiales.
El 21 de julio de ese año un feroz tornado que atravesó Palma Soriano hizo estragos en las tres casas. Daños muy severos en la de María Ríos, ligeros en la de Francisco Soto, y de severidad media en la de José Manuel, con pérdida total del techo en el cuarto superior, derrumbe parcial de paredes y tejas partidas.
El 24 de mayo de 2018, el programa Catalejo volvió a abordar el caso de esas tres casas. Allí, Isidro Cobas, subdirector de la Vivienda, refería que hasta entonces solo se había podido concluir la vivienda de María Ríos —que aún presenta dificultades—, y que los otros dos casos serían resueltos. En 2019 se concluyó la casa de Francisco. «Y la mía, aún nada de nada», alerta José Manuel.
«¿Cómo recursos que el país recibió como parte de la ayuda por los daños de Sandy no fueron utilizados correctamente y de forma consecuente, por chapucerías cometidas? ¿Qué papel desempeñan la Dirección Municipal de la Vivienda en exigir a los constructores la calidad de los trabajos realizados, y por los que, por supuesto, les paga? ¿Cómo directivos de instituciones ofrecen informaciones de carácter público, que no son sustentadas por el acompañamiento de las acciones correspondientes?», pregunta José Manuel.
Osmany Cabrera González (Jorge Rodríguez Hernández No. 16 entre A. Cebreco y calle 42, reparto Santos, ciudad de Las Tunas) escribe en nombre de los vecinos de esa calle para contar que cuando llueve, se acumula allí toda el agua que fluye de diferentes barrios que le rodean.
Por muy poca agua que caiga, dice, a los pocos minutos el torrente que baja es tan grande, y tiene tan poca salida, que el nivel del agua comienza a subir y a subir. Allí todas las casas tienen en las puertas muros de 20 centímetros de alto, para evitar que penetre al interior de la vivienda y dañe las pertenencias de los vecinos.
Refiere que han planteado por más de 25 años la posibilidad de realizar un trabajo para que se evacue el agua con rapidez. Y la respuesta siempre es que no hay recursos. Los vecinos incluso comprendieron los impedimentos que trajo la pandemia. «Pero en estos días, añade, en los alrededores se han realizado obras de beneficio a otras calles con mejores condiciones. ¿Si para otros casos hay recursos por qué para nosotros no?», concluye.