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Todavía no le han pagado

El pasado 23 de julio, Juan Abel Fernández, productor de ovejos de la cooperativa de crédito y servicios (CCS) Dagoberto Sanfiel del municipio holguinero de Calixto García, denunció aquí que la Empresa de Ganado Menor (Egame) en esa provincia, con la cual firmó un contrato, le debía aún el pago de 25 000 CUP por la venta de 32 cabezas que le había entregado desde el 13 de diciembre de 2019.

«Cuento con una factura que confirma lo antes dicho, afirma. He sido peloteado por el director provincial de dicha Empresa como le ha parecido. Además, quiero añadir que el representante de la misma Empresa en el municipio de Calixto García, quien ejerció la compra, en estos momentos se encuentra en su casa separado de la entidad por posible delito de corrupción. Ese día de la venta también estaban presentes el jefe de producción de la Empresa y otros trabajadores».

Y Juan Abel volvió a escribirme hace unos días para referir que, increíblemente, aún no le han pagado su dinero; y que el director de Egame en Holguín le respondió que tiene que esperar a que pase la auditoría, para ver por dónde le van a pagar.

«Yo no entiendo, afirma, si cuento con mi factura, ¿por qué tengo que esperar a que llegue un juicio y pase una auditoría para que me paguen algo que es mío, y ya llevo casi un año en la espera. ¿Y mis daños y perjuicios quién los paga? Y parte del sostén económico de mi familia entra por esa vía. Yo siempre garanticé las ventas correspondientes dando cumplimiento al contrato con esa entidad».

Esta es una de esas impunes historias que jamás quisiera contar, porque siento vergüenza ajena de que ello suceda así como así en mi país, y todavía ese campesino siga esperando, sin saber cuándo le pagarán. ¿Qué puede informar la Empresa de Ganado Menor?

Embarazosa situación

Lisbeth Osorio Garbey (Taíno Biplanta 4, altos, entre Bitiri y Avenida Pujols, reparto 30 de Noviembre, Santiago de Cuba) pregunta por qué cuando una mujer está embarazada no puede comprar lo que le corresponde a su bebé por el cupón normado de canastilla.

Refiere que cada vez que va a la tienda de canastilla, nunca hay nada:

«Llegaron unos módulos de palangana, orinal, almohadas. Y cuando uno va a comprar, no hay. ¿Qué destino cogen? Los juegos de biberones, ¿dónde están? Ni en las tiendas en divisas se encuentran. Sin embargo, los revendedores sí tienen para vender. ¿De dónde los sacan? Las telas antisépticas no llegan con la cantidad de diez metros».

Lisbeth también se pregunta por la disponibilidad de cunas porque las que existen son para casos sociales.

«El país quiere que las mujeres paran. Pero mi hija, ahorita como quien dice, cumple el año. Se le vence la tarjeta de canastilla y no tiene derecho a comprar nada de lo antes expuesto porque se venció. Y se supone que todo lo de la canastilla es con nombres y apellidos según las mujeres vayan saliendo embarazadas», concluye.

Jugos intomables

Milagros de la Caridad Hernández Alonso (calle 37, No. 1472, apto. 6 (altos), e/ 26 y 28, Plaza, La Habana) cuenta que el 21 de octubre pasado llamó y además escribió a la empresa que produce los jugos La Estancia, pues detectó que unos jugos comprados en la tienda La Puntilla, tenían el sabor alterado, como pasados de tiempo, medio rancios.

«El caso es que me atendieron rápidamente, afirma, de forma muy profesional y humana. Y en unos días, tenía a dos compañeras de esa empresa en mi casa, ¡para cambiarme los jugos que había comprado!

«Ellas me dijeron que tenían sentido de pertenencia, y yo muy agradecida les dije que lo que tenían era vergüenza.

«Seríamos mejores si todos actuáramos así. Ojalá otros los imitaran», concluye.

Ya imagino lo que dirán ciertos lectores: Que ese era su deber, que nos asombramos y vemos como algo fuera de lo común lo que debía ser normal y cotidiano. Es cierto. Pero aquí siempre habrá espacio también para las buenas acciones, que de las malas se sabe demasiado. Lo más importante hubiera sido investigar por qué esos jugos estaban intomables.

 

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