Acuse de recibo
Ante la duda, prefiero alertar a las autoridades correspondientes, cuando me llegan cartas como las de hoy, que son clamores de ayuda ante muy delicados casos sociales que a todas luces, por su vulnerabilidad, merecen un análisis minucioso, y mucho corazón para aliviarles las penas.
Desde el poblado avileño Vicente, en calle D No. 54, me escribe desesperada Virgen Pupo Rojas, la madre de Sarahí Ávila Pupo, una niña de 13 años con Síndrome de Down y ciega, que no habla ni camina ni se alimenta por sí sola; con parálisis cerebral infantil y severos problemas auditivos.
Cuenta Virgen que el Estado le brinda una chequera de prestación de Asistencia Social de 158 pesos, pero esta es insuficiente para su núcleo familiar, compuesto por su esposo, que padece una cardiopatía isquémica, y cuando ella me escribió estaba de certificado médico; además, otro hijo de 15 años, que ha repetido el octavo grado tres veces.
Refiere la remitente que la pequeña Sarahí ha estado ingresada en varias ocasiones por todos los padecimientos que sufre. Y lo poco que ingresa a la familia es insuficiente para los gastos de alimentación y los medicamentos.
El cuadro facultativo de la niña incluye ketotifeno y carbamazepina mañana y noche, montelukast por la noche y lebomepromacina dos veces al día, además de becloasma cuando tiene crisis de asma. El de su esposo abarca clopidogrel, aspirina y un cuarto de atenolol diario, y nitropental tres veces al día.
Afirma la madre que los trabajadores sociales que atienden el caso de su hija no la visitan con frecuencia. Y como la pequeña, de bajo peso y con una dieta especial, tiene tanta recurrencia hospitalaria y dependencia de la atención médica, ellos solicitaron un solar en la cabecera provincial, lo cual no fue aprobado.
Virgen, que es una madre agradecida por todas las atenciones médicas brindadas, confiesa en su carta que solo está buscando ayuda para lo que necesita su niña, «simplemente lo que por derecho y necesidad lleva mi hija enferma».
Por su parte, Alina Araujo (calle Egido 517, entre Sol y Muralla, apto 17, 3er piso, Habana Vieja, La Habana) solicita ayuda porque es madre de Marina de los Ángeles, una bebé de 11 meses de edad que padece fibrosis quística, y ya en su corta vida ha tenido siete ingresos hospitalarios.
Relata la madre que viven en la casa de una tía del padre de la pequeña, sin las condiciones idóneas, por la escasa ventilación, y el agua contaminada con frecuencia. Según manifiesta, Asistencia Social le prometió que iban a ayudarla con artículos de aseo personal y un equipo de aire acondicionado, pues producto de su padecimiento suda mucho, y pierde calorías y nutrientes. Y eso aún no se ha concretado.
También los planes incluían una vivienda, para mejorar la calidad de vida de la bebita, que tiene pronóstico reservado. Eso fue a los cuatro meses de vida, cuando la niña debutó con la enfermedad. E iba a ser lo más rápido posible.
«Pero todavía nada», afirma Alina. «Me dijeron de ubicarme en un albergue o local, donde no puedo estar por dicha patología». Lo que pedía Alina era un lugar con las condiciones requeridas, y que fuera cerca de algún policlínico donde se pudiera acudir de inmediato en caso de que algo pasara.
Argumenta la madre que en Cuba son pocos los casos de fibrosis quística. Su bebé sigue ingresando por recaídas, por la falta de condiciones en donde viven. «Si yo pudiera comprarme una casa, créanme que no estaría en estas, porque ya ni trabajar puedo, pues mi hija requiere de mi completa atención. Y no podrá ir ni a la escuela a tiempo completo.
«Por la parte médica, asevera, no tengo ningún tipo de quejas. Al contrario, mi agradecimiento por todo lo que hacen por mi hija en el hospital pediátrico de Centro Habana, donde tiene cuidados especiales y una dieta estricta».