Acuse de recibo
El pasado 29 de abril, Elgys Gallego Rivero y su esposo, Claudio Martínez, quienes residen en Agramonte 17, en Falla, municipio avileño de Chambas, transitaban en una moto por el batey La Oriental, cuando los atacó una manada de búfalos que, al parecer, estaban sin control y sin cuidado.
A Elgys le ocasionó una fractura de cúbito del brazo izquierdo, y tuvo que ser intervenida quirúrgicamente para colocarle una varilla que debe tener durante dos meses. Pasado este tiempo, deberá entrar de nuevo al salón de operaciones para que le retiren ese dispositivo, y así comenzar su rehabilitación.
Y Claudio, aunque portaba casco protector, recibió golpes en la cabeza, que le produjeron una fractura de cráneo con hemorragia subaranoidea, y por ello estuvo hospitalizado varios días en el hospital de Morón.
La historia la envía Eida Gallego Rivero, hermana de Elgys, quien reside en Omoa 301 B, entre 10 de Octubre y San Joaquín, en el municipio capitalino del Cerro. Ella recalca que, según comentarios de varias personas, ese incidente ha ocurrido en otros municipios de la provincia de Ciego de Ávila, como Primero de Enero y Bolivia, con lamentables consecuencias.
«Vale destacar, subraya, que se acercan las vacaciones de verano; y en Bolivia y el poblado de Punta Alegre, hay zonas de playa, a las cuales se accede por esa carretera, por donde tienen que transitar las personas, incluyendo nuestros jóvenes y niños que han terminado el curso escolar».
Afirma Eida que por estos días, en el espacio Buenos días de la Televisión Cubana, el jurídico del Ministerio de la Agricultura llamaba a los campesinos dueños de animales a tomar las medidas para controlarlos, y evitar así accidentes en la vía.
Además, advierte el peligro que representa, pues hay una hora del día en que los moradores del lugar no pueden salir de sus hogares, ya que temen por su vida. Y es que estos animales se convierten en los dueños de la zona y atacan a los transeúntes ocasionando lesiones fatales.
Destaca, con más razón, que por esa vía transitan transporte urbano, ambulancias que trasladan enfermos hacia hospitales del municipio y fuera de él, escolares y trabajadores.
«Es válido recordar que la vida de un ser humano es lo más preciado del mundo», concluye Eida.
Alberto Marrero (avenida 51 y Novia del Mediodía, Arroyo Arenas, La Habana) considera que mientras falta el agua en tantos sitios de la capital y del resto del país, es inaudito que se despilfarre el líquido en una comunidad residencial de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), aledaña a su vivienda.
Cuenta que hace poco entró a ese reparto para utilizar los teléfonos públicos que allí tienen instalados, y descubrió una gran cantidad de agua estancada cerca del enclave telefónico. Al indagar con los vecinos, supo que desde hacía nada menos que ¡más de un año! estaban sufriendo esa situación, provocada por el desborde de la cisterna del reparto.
La cisterna no tiene flotante y se desborda, como en muchos otros sitios de la capital. Pero la situación le resultó más alarmante al saber que en ese reparto viven varios vicerrectores, decanos y otros directivos de esa Universidad.
«Esta situación persiste, añade, cuando se trata de algo tan sencillo como ponerle un flotante a la cisterna. No entiendo que una institución como la UCI, Universidad forjada al calor de la Batalla de Ideas, se permita derrochar de esa manera tan irresponsable un recurso tan sensible para la población, cuando miles de cubanos reciben el preciado líquido apenas una vez cada 15, 20 y hasta 30 días.
«¿Cuántos litros de agua se han botado literalmente en el último año, cada vez que se llena esa cisterna y comienza a desbordarse? ¿Conoce la dirección de la Universidad esa situación? ¿Qué han hecho los cuadros que viven en ese reparto y pasan todos los días por delante de ese estanque de agua, cuna para criaderos de mosquitos?», reflexiona.