Acuse de recibo
Con dos meses de antelación, María de la Caridad Soto García del Prado adquirió en Nueva Gerona, Isla de la Juventud, un pasaje en avión para viajar a La Habana el pasado 1ro. de junio, y también el de retorno a Nueva Gerona para el 5 de este mismo mes, por Aerocaribbean.
Pero el 5 de junio el vuelo de retorno a Nueva Gerona en la Terminal 1 del aeropuerto José Martí, de la capital, fue cancelado por situaciones climatológicas adversas que los pasajeros comprendieron perfectamente. Y la supervisora de guardia les informó que tenían que mantenerse en el aeropuerto, hasta que se comenzara de nuevo a operar, y fueran saliendo poco a poco, de acuerdo con los fallos que hubieren, porque no se podía situar un vuelo extra ni resolver con un avión grande.
Lo que no entendieron los pasajeros es que se incumplieran normas internacionales de la aviación civil que muestran el más elemental respeto y el desagravio por las molestias ocasionadas, pues no se les garantizó ni comida ni hospedaje, a pesar de que entre ellos había ancianos y padres con niños pequeños, que no contaban con divisas para ni siquiera adquirir un leve refrigerio.
Ese mismo día también fue cancelado un vuelo hacia Holguín. Y claro, se buscó la solución —imposible en el caso de Nueva Gerona— de transportarse en ómnibus. Pero a quienes no cupieron en las guaguas, se les garantizó comida y hospedaje en hoteles de la capital.
Al constatar esa diferencia, María de la Caridad solicitó hablar con la dirección del aeropuerto, la cual le informó que el vuelo de Holguín pertenecía a Cubana de Aviación, y el de Gerona a Aerocaribbean. Y eran aerolíneas diferentes; cada una tenía diferentes direcciones y reglamentos.
María de la Caridad le respondió que las dos aerolíneas pertenecían al Estado cubano, y tanto los holguineros como los que habitan en cualquier rincón de nuestro archipiélago son iguales, y tienen los mismos derechos.
Al siguiente día, luego de intentar dormir tirados en el piso y sin probar bocado, hubo tres fallos, y pudo viajar una señora con dos niños. «A esa hora —cuenta María de la Caridad— salí a la Calzada de Rancho Boyeros para buscar un lugar donde tan siquiera bañarme y descansar, ya que a mis 70 años y operada de cáncer, lo requería. Y solo pude encontrar un alquiler, al costo de 125 CUP, por solo tres horas, hasta que afortunadamente, y gracias a la comprensión y el buen trato de la supervisora Matilde Puente, pude llegar a mi casa esa noche».
La remitente espera respuestas transparentes de Aerocaribbean allá en su hogar, en Calle 53, No. 3912, apto. 4, entre 39-A y 8, en el Reparto Abel Santamaría, de Nueva Gerona, a sus preguntas: «¿Es correcto el proceder de Aerocaribbean ante un vuelo cancelado? ¿Por qué no se protege al pasajero de la Isla de la Juventud como a los de otra parte de nuestro archipiélago y como en otras partes del mundo? ¿Por qué en el Aeropuerto 1, que es para vuelos nacionales, se vendía en esa ocasión todo en divisa y nada en pesos cubanos? ¿Por qué si siempre el transporte aéreo ha sido confiable y seguro en nuestro país, hoy adolece de estos adjetivos?».
Junto a la queja de María de la Caridad llegó por estos días una similar de otro pinero indignado por aquella desatención del 5 de junio: Juan Leyva Díaz, residente en Calle 55, entre 24 y 26, en Nueva Gerona.