Acuse de recibo
Esta es una triste y trunca historia, con tres capítulos por ahora. Sírvase leerla por partes:
El 14 de septiembre de 2011 reflejé la queja de Ernesto Ricardo Ferrás (Edificio 4, apto. B-10, Distrito Rafael Izquierdo, Puerto Padre, Las Tunas) sobre cómo ese inmueble de más de 27 años, al cual jamás se le dio «una manito» para atenuar los lances del tiempo y de los fenómenos atmosféricos, ya mostraba desprendimiento de escaleras y desconchado de la placa y las juntas entre apartamentos, donde se visibilizaba el esqueleto de acero oxidado.
Se contrató a la Empresa Constructora Microbrigada Social, del municipio, para al menos rehabilitar la azotea del edificio. Y la entidad desprendió las juntas impermeables, pero las sustituyó solo con cemento… Resultado: filtraciones incesantes, al punto de tener que desconectar la electricidad. Los vecinos, decía, abogan por una solución a tiempo, antes de que sea muy tarde.
«Y uno se pregunta por qué esas chapucerías e irresponsabilidades. Quienes decidieron salir del paso así, debían indemnizar de su bolsillo a los afectados. No puede seguir Liborio saldando las cuentas del desatino», concluía este redactor.
El 24 de octubre reseñé la respuesta de Kenia Souza, subdirectora de Atención a la Población de la Dirección Provincial de la Vivienda en Las Tunas, quien aclaraba que era la primera vez que el caso llegaba a esa entidad, por lo cual no lo tenían registrado. Afirmaba que una comisión investigó la historia y, ciertamente, el edificio presentaba un alto grado de deterioro y los problemas descritos por Ernesto Ricardo.
Refería que Microbrigada del municipio realizó una impermeabilización de la cubierta, para lo cual utilizó cemento hidrófugo, material cuya efectividad está probado que no rebasa los dos años. Es por ello —precisaba— que se recomienda se emplee el D-10, para sellar los poros que puedan quedar en la superficie de la cubierta.
La funcionaria reconocía que el trabajo no tuvo calidad, pues no se aplicó la dosificación del producto que demandaba. «Es por ello —decía— que se realizó un análisis profundo con la brigada que trabajó en el mismo, y con el compañero que estuvo al frente de esta acción, para que hechos como este no se repitan».
Y anunció que se evaluaba en el municipio la impermeabilización de dicha cubierta con materiales de calidad, para al menos frenar las filtraciones; aun cuando alertaba que la solución definitiva era una rehabilitación integral del edificio, acción que se tendría en cuenta si este era seleccionado para ser incluido en planes futuros. Y concluía que la Dirección Provincial de la Vivienda le daría seguimiento al caso hasta su resultado final.
Este redactor acotaba entonces: «Lamentablemente, no puedo comprender cómo entre tantas carencias para rehabilitar edificios con problemas, esa brigada y su jefatura hayan hecho la chapucería que sufren los inquilinos, y apenas suceda nada ejemplarizante. ¿Cuál fue la conclusión del análisis profundo? ¿Qué medidas se tomaron? ¿Por qué tanta impunidad, al punto de que ni se menciona la responsabilidad que tiene Vivienda, como inversionista, en permitir tal desastre? Pasarle la mano: sí a los edificios, no a los que dilapidaron recursos del Estado y empeoraron las condiciones de esas familias».
Desde entonces, nadie respondió. Y ahora escribe de nuevo Ferrás para confirmar que, evidentemente, nada se ha hecho al respecto en el edificio:
«¿Por qué no se da una solución, aunque sea temporal, para que no continúen las filtraciones, pues la cubierta sigue totalmente desprotegida? Y para que el deterioro gradual no siga, hasta tanto se tome la decisión final sobre la solución, ¿quién lo va a resolver con fecha de cumplimiento? ¿Por qué dejar que el resto de los apartamentos se deteriore, como algunos que se declararon en derrumbe parcial? Se puede paliar el problema, hasta que se tenga respuesta con recursos del proyecto que ahora debe realizarse, según el resultado final del estudio efectuado por los especialistas.
«La solución del problema creado a los vecinos merece un tratamiento a todos los niveles, y con seguimiento y responsables al frente de la tarea. ¿Qué sucederá si llegan los meses de lluvia con los vecinos de la planta alta del edificio? Estas y otras interrogantes esperan por respuesta. El tiempo pasa y la situación se agudiza. Ojalá no sea tarde», concluye Ferrás.
Prefiero ni comentar.