Acuse de recibo
La ambarina, la rubia espumosa, sabe a festejo y disipación. Y el que la busca, porque pretende poseerla y disfrutarla, pudiera salir trasquilado a los ojos de todos, si es presa de la indiferencia de quienes debían cuidar la virginidad de su precio.
Vladimir Ruiz Escobar (batey Francisco Pérez, Bloque 1, apto. 10-A, Remedios, Villa Clara) es profesor de Computación en la cercana localidad de Zulueta, y denuncia «la abierta y descarada violación» del precio oficial de la cerveza de lata Mayabe, que es de 18 pesos, en las parrandas o fiestas populares de esta última localidad.
Revela el remediano que los expendedores de la Mayabe ya te exigen con arrogancia que se les pague 20 pesos por cada lata, alegando en el mejor de los casos que no tienen los dos pesos de vuelto.
Lo incomprensible para el lector es que tales violaciones ocurrieron en las mismas narices de inspectores, y directivos de Gastronomía. «Todos los quioscos tienen en su tablilla de precios “Cerveza Mayabe: $18,00”; pero si no les das 20 no te la venden, o lo hacen de mala gana», apunta el remitente.
No menos escandaloso es el «invento» en el punto de venta de cerveza «a granel» del reparto Pedro Díaz Coello, de Holguín, según testimonia Raúl I. Cordovés, vecino del apartamento 24, en la Comunidad Militar 18 de Septiembre, de esa ciudad.
Cuenta Raúl que allí está claramente señalizado el precio de la cerveza: a dos pesos los 350 mililitros. Y haciendo un cálculo simple, de regla de tres, se concluye que mil mililitros —o sea, un litro— debería costar 5,71 pesos.
«Entonces —cuestiona Raúl— ¿por qué un envase de cinco litros de capacidad, lleno de cerveza, lo cobran a lo descarado, inventando cálculos extraños y un grupo de justificaciones más, a 40 pesos. Si el litro vale 5,71, cinco litros cuestan solo 28,44. El resto, hasta 40 pesos, se lo embolsilla el dependiente».
Afirma el denunciante que «eso se hace a la luz pública, y nadie protesta ni ve nada, empezando por autoridades de la gastronomía holguinera, inspectores a los cuales el Estado les paga para eso», y otros responsables de la ciudad.
Asegura Raúl que ya es una práctica reincidente, en áreas de fiesta, carnavales y otras actividades. «Siempre protesto, y me busco problemas».
Argumenta que es contraproducente, además, que en el caso de la cerveza a granel, tan dada a manipulaciones, las autoridades gastronómicas de Holguín disponen el precio en una medida (350 mililitros) por la cual no se vende. «Realmente se despacha por litros y nadie sabe —mejor dicho, el dependiente sí lo sabe y conoce también lo que le queda de cada frasco— a ciencia cierta cuánto vale», manifiesta.
Parece que Raúl es de esos «extraterrestres» que defienden sus derechos y su bolsillo, en contraste con la abulia conformista de otros consumidores. Al final, le dijo al dependiente que le iba a pagar 35 pesos, y este se transó. «Ello dio fuerza a mis argumentos —apunta—, aunque no eran tan precisos porque no tenía la calculadora a mano. Aun así, al aceptarlo dejaba al descubierto la conciencia de su ilegalidad».
Raúl es terminante cuando expresa su deseo de que esto algún día se resuelva, y solicita a las autoridades de la Gastronomía de Holguín una respuesta al respecto.
Rafael Rubie (Trocha No. 570, Santiago de Cuba) por estos días se sintió conmovido de nostalgias, porque él fue uno de esos miles de alfabetizadores que hace 50 años llevaron la luz del saber a los oscuros rincones de la ignorancia en el país. Su misión fue en Puriales, Baracoa.
Lo que entristece a Rafael es que, aun cuando se celebrara un hermoso acto nacional, se debía haber homenajeado con sencillas réplicas por todo el país, a aquellos jóvenes que no vacilaron en cumplir misión tan humana y compleja.