Acuse de recibo
Allá en Santa Cristina No. 26617, entre Navia y Vera, en el barrio Versalles de la ciudad de Matanzas, el joven Dairon Martínez López tiene sentimientos encontrados de incertidumbre y de gratitud.
Dairon es portador del VIH, y cuenta que el tratamiento antirretroviral se les aplica gratis de por vida a los pacientes de esa enfermedad en Cuba, cuando las defensas están bajas y el organismo no es capaz de responder.
«Es entonces —dice— cuando los especialistas nos mandan una serie de tres medicamentos que se toman al unísono para combatir con efectividad el virus. En cada consulta, programa de radio o televisión, plegable o libros, dondequiera que vamos, insisten en la disciplina a mantener al hacer este tratamiento, siempre a la misma hora, con alimentos, para que tenga un buen efecto. Y que no debemos suspenderlo bajo ningún concepto, ya que de ello depende nuestra vida».
Aunque está viviendo en Matanzas, la dirección oficial de Dairon es en la ciudad de Cárdenas, y es allí donde adquiere los vitales medicamentos.
«Esta es la segunda vez en este año —afirma—, que a la farmacia de Cárdenas no llega la Nevirapina. Así, se pasa un tiempo sin entrar. Por más que llamamos a todos los lugares posibles, nadie nos da una explicación lógica de por qué está en falta. En Líneayuda dijeron que no entendían el porqué de la falta, si el país no tiene problemas con la producción y fabricación del fármaco.
«Entonces algo está pasando. Solicitamos información a los responsables de esta situación; al menos que nos expliquen las causas para entenderlas. No queremos imaginar que la negligencia de alguien esté empañando la actitud tan humana y bella del Estado revolucionario, que gratuitamente se ocupa de nuestro bienestar, a pesar del alto costo de la materia prima en el mercado internacional para producir estos medicamentos. Debe haber una causa razonable...».
El segundo interés de Dairon es «agradecer de todo corazón a los funcionarios del Gobierno de Cárdenas, en especial a Chicha, Anita, Lupe y la presidenta, Ela Clara Valle, por la atención que durante todo este tiempo me han brindado. Los cubanos debemos aprender: aunque no se solucionen todos nuestros problemas cuando buscamos ayuda, debemos agradecer a quienes al menos lo intentan todo y nos dan su apoyo para seguir adelante. Soy hijo de una familia disfuncional, y de haber nacido en el capitalismo no sé qué habría sido de mí. Yo sí estoy en deuda con la Revolución».
Susanne de la Caridad Santana (Carretera Rafael Reyes sin número, frente a la Empresa de Comercio, San Luis, Santiago de Cuba) es una joven Licenciada en Derecho, y adiestrada en el Centro Universitario Municipal de esa localidad.
Está embarazada, en su séptimo mes. Y en julio pasado, afirma, la dirección del centro dio por terminada su relación laboral. La funcionaria que atiende allí Recursos Humanos, Mirna, le comunicó que con su caso ya había terminado y que del tema no le hablara más. Susanne le preguntó por su licencia, tanto pre como posnatal, pues como adiestrada tiene los mismos derechos que un trabajador; y le respondió que eso era conocimiento del Director. Le dijo —amplió la joven— que ya eso estaba decidido y punto, y que podía llevar la queja ante las instituciones y personas que quisiera.
«Como conocedora de la Ley, le expliqué que se estaba adelantando, que preguntara a los órganos del municipio (Dirección de Trabajo y filial del Instituto Nacional de Asistencia y Seguridad Social); e hizo caso omiso, lo cual me afecta, porque necesito esa prestación. Sin una gota de sensibilidad, ni tan siquiera por ser mujer, me dijo que iba a preguntar y asesorarse para darme una respuesta.
«Decidí no dirigirme más a ella, porque cada vez que lo hacía la presión arterial se me disparaba, y el médico incluso me orientó atendérmela, pues podía traer afectaciones al feto. Mi familia se ha dedicado a investigar, y todo el mundo le dice que el centro está en un error. Mi tía fue a ver a Mirna, le explicó que se había asesorado y que tengo derecho a mi licencia, invitándola también a que leyera el escrito publicado en Juventud Rebelde sobre la protección a las embarazadas. Y la respuesta siempre ha sido la negación. Pregunto: ¿Esto no es falta de profesionalidad, sensibilidad y maltrato a una embarazada?».