Acuse de recibo
Lamentablemente, nunca llegó respuesta a la denuncia reflejada aquí el 2 de junio de 2010, a nombre de Gustavo Matías, vecino de Cuba 315, en la localidad de Potrerillo, del municipio cienfueguero de Cruces. Brilló, o más bien oscureció por su ausencia.
Entonces, Gustavo contaba que hacía unos meses varias familias no recibían allí el pollo normado que les corresponde. Él, por ejemplo, no había alcanzado el de febrero. Quedaron en mandar el «faltante», y nunca llegó. En mayo ofrecieron pollo por pescado, y se repitió tal situación. Más de 300 personas no alcanzaron y seguían esperando cuando él escribió.
En la zona comercial le explicaron entonces a Gustavo que, de acuerdo con la merma que supone el pollo en caja y cubierto de hielo, no puede alcanzar.
«Faltantes, mermas… —señalaba este redactor—, ¡cuántos “misterios” esconden esos eufemismos!... La libreta de productos racionados no ha desaparecido ni mucho menos. Mientras exista, es inviolable el derecho de cada consumidor a adquirir lo que el Estado subsidia para la canasta básica».
Y hoy podría repetir lo mismo, cuando constato que, además de no dignarse las instituciones correspondientes a responder tal queja, nada ha cambiado para los de Potrerillo. De allí me escribe José Calderín, residente en la finca San Francisco de esa localidad, para confirmar que subsiste el problema.
«Este pollo que suministran por pescado nunca alcanza, señala. En el envío más reciente, del 22 de abril, nos quedamos sin la cuota alrededor de 300 personas. Se nos plantea que cuando venga lo darán doble, pero el problema está en que no vuelve hasta el mes próximo. Y si eres nuevamente de los últimos, te quedas otra vez sin pollo.
«Ya esto es un círculo vicioso. Se ha planteado hasta por la prensa. La respuesta que me dan en la zona comercial es que el pollo viene congelado y la merma no corresponde con el hielo que traen las cajas, que ya se ha planteado a los suministradores. Pero no se resuelve el problema. Ahora yo me pregunto: si el Estado organiza, planifica y hace la compra de este producto para que todas las personas lo reciban, por qué falta el pollo, por qué no se corresponde la merma con el hielo que traen las cajas, no obstante venderse el pollo congelado. La empresa suministradora, que según tengo entendido es PescaCien, debe, por respeto, responder la carta anterior y a su vez responder esta».
Uno no sale de una vergüenza para entrar en otra, y condolerse de las fechorías y maltratos sufridos por Gabriel Zambrano Batista, vecino de Calle 68 No. 1120, entre 11 y B, Surgidero de Batabanó.
Señala el lector que el pasado 25 de enero envió un paquete con útiles de pesca por expreso ferroviario, a su hermano Ricardo Zambrano Batista, domiciliado en calle K No. 13, entre B y C, Ciudad Pesquera, Manzanillo, Granma. Pero cuando el bulto llegó a su destinatario y se abrió, mostraba junto al robo la expresión de la burla: una tapa de olla Reina, sacos viejos y tarecos.
Cuando Gabriel lo supo, fue a ver al administrador de la estación ferroviaria de Surgidero de Batabanó, quien le indicó que la reclamación había que hacerla en Manzanillo. Gabriel llamó a Ricardo, y este fue a la estación de Manzanillo, pero allí le dijeron que debía hacerse en Batabanó. Mientras tanto, nada han podido resolver, y algún malvado anda pescando del sudor ajeno.
El colmo es que te roben, se burlen de ti, y cuando vas a reclamar, otros que deben ayudarte te estén «peloteando». Ni indemnizando el contenido del bulto se paga la vileza del ladronzuelo solapado.