Acuse de recibo
Hay chapucerías peligrosas que pueden traer tragedias humanas. Solo por un instante, póngase en el lugar de la lectora María Ramona Argudín, quien sufre una de estas últimas allá en calle 9 No. 13, Sergio González, en el municipio matancero de Colón.
Cuenta ella que tiene frente a su casa, a menos de metro y medio de distancia, un poste eléctrico de madera, sin ningún tipo de seguridad adicional, como cables tensores, solo metido en la tierra.
Y lo que más le quita el sueño es que le instalaron un cable que atraviesa todo el techo de su casa desde el poste, donde está el transformador, hasta más allá del patio trasero, para dar corriente a las viviendas del fondo.
La casa de María Ramona tiene un techo de viga y losa. Y ella vio a los trabajadores de la Empresa Eléctrica caminar por encima de él, sin pedirle siquiera permiso, y hacer la instalación. Como consecuencia de ello, afirma, tiene afectación en el techo, y ahora nadie le va a asignar materiales para arreglarlo.
María Ramona ha dado la queja reiteradamente. El 30 de julio pasado se personó en lo que le dijeron era la base de operaciones en Colón. Y tuvo que dejar la carta de la queja al custodio. También lo denunció a la vicepresidenta del Gobierno municipal. Posteriormente, la delegada de su circunscripción lo ha planteado. Pero el cable sigue allí, sobre su techo.
Refiere la denunciante que en su localidad ha habido varios accidentes por corriente eléctrica, y entonces «sí que rápidamente vienen los trabajadores de la Empresa y lo resuelven al instante».
Con toda razón, María Ramona increpa: «¿Hasta cuándo habrá que resistir tanta indolencia e irrespeto por la vida de los seres humanos? ¿Ellos sí pueden violar lo establecido? ¿Me sucederá lo mismo que con Vivienda, que desde 1998 estoy construyendo, soy el número uno en casa en terminación, y desde entonces no me han dado ni un clavo en la Unidad Municipal Inversionista de esa entidad en Colón?».
El colmo de los colmos, Benjamín Estrada, es que usted esté pagando allá en Carretera de Gibara No. 294, en Alcides Pino, Holguín, unos materiales de construcción que nunca le han proporcionado.
Lo triste de lo triste, amigos lectores, es que Benjamín no vea la solución, después de tanto; mientras a otros, que tienen mayor solvencia económica y que pueden pagar al contado, se le venden todos los recursos para una inversión completa, según asegura.
En 2008, con los vientos del huracán Ike, la vivienda de Benjamín sufrió un derrumbe catalogado como parcial, pero tuvo más del 50 por ciento de afectación: techos y paredes apuntalados, muros en peligro de derrumbe…
En el Consejo Popular se priorizó la atención a casos más complejos y la casa aparece en el plan de 2010. Pero sucede que en el punto de venta correspondiente, no hay recursos para los casos de derrumbe parcial. Ya Benjamín se entrevistó con la presidenta del Consejo, quien le dijo hace un año que se resolvería. Pero todo sigue igual.
«En estos momentos —señala— me están haciendo un descuento por el Banco Popular de Ahorro del crédito que recibí para el pago de esos materiales. Dentro de un año ya habré saldado la deuda que contraje y aún no veré el resultado en mi casa. Pero, además, en la radio no se cansan de anunciar la venta de recursos por la libre en los puntos de Comercio. Y, sin embargo, para afectados del ciclón como yo no hay. ¿Cómo se entiende eso?».