Acuse de recibo
Desde José Martí No. 38, Sagua de Tánamo, en la provincia de Holguín, me escribe apesadumbrado el doctor Jorge Luis Laguna, psiquiatra infanto-juvenil y jefe del departamento de Salud Mental del policlínico Jorge Fernández Arderi de esa localidad.
Jorge Luis, quien es también profesor de la sede universitaria municipal (SUM) de ese territorio, cuenta que en esa institución docente superior estudió Licenciatura en Psicología Luis Manuel Cortina, uno de esos ciegos que llevan la luz interior que le falta a muchos.
Refiere el profesor que, desde el inicio de la carrera, Cortina despuntó como el mejor alumno, no solo de la SUM de Sagua, sino del Instituto Universitario de Moa, al cual pertenecen cuatro sedes municipales.
En Sagua de Tánamo no hay psicólogos en ejercicio desde el año 2000, y Cortina asumió las consultas desde que estaba en el cuarto año de la carrera. Llevó todos los programas del municipio en su función de sicólogo, y logró una amplia reputación profesional y mucho respeto en el municipio. Al graduarse, fue el mejor alumno de su año y único Título de Oro de las cuatro sedes adscritas al Instituto de Moa.
Pero en noviembre de 2009, cuando ya llevaba un año y cinco meses de adiestramiento, «le cerraron el servicio que estaba prestando, aludiéndose que todas las plazas vacantes del municipio había que reservarlas para cuando se graduaran los alumnos que ahora estudian Psicología Médica».
Precisa el doctor Laguna que las autoridades de Salud en el municipio manifestaron su voluntad de emplearlo, pero la respuesta de la Dirección Provincial de Salud fue que era imposible, «porque las plazas eran exclusivas para los alumnos que se estaban formando en la Facultad de Ciencias Médicas, y la cantidad de estos que estudian la carrera superan las plazas existentes».
El propio Laguna hizo sus gestiones a esa instancia y recibió la misma respuesta.
El remitente asegura que su antiguo alumno es un admirable enamorado de la Psicología, picado para siempre por el «bichito» de profesión tan humana, y con elevado prestigio profesional.
Y señala que, si bien hay una Resolución que establece que solo pueden ejercer en las consultas los graduados de Psicología Médica, Laguna se pronuncia contra la tábula rasa inflexible que no distingue individualidades. Y aboga por la reconsideración de excepciones como la del invidente Luis Manuel Cortina.
Acto seguido, cuestiona:
«¿No tuvieron ningún valor los más de tres años de servicio que prestó, durante los cuales, por demás, reabrió un servicio que hacía varios años no se prestaba en el municipio?
«¿Nos aprovechamos del destacado profesional y ahora lo despedimos porque dentro de poco tendremos nuevos profesionales y ya no nos hará falta?
«¿Dónde están la sensibilidad y el respeto ante un invidente que, a fuerza de voluntad y sacrificio, demostró más talento que el resto de los alumnos sin esa limitación?», termina.
El doctor Laguna revela que Cortina está muy decepcionado con la prohibición impuesta, y asegura que «colegas, compañeros y pueblo en general de Sagua de Tánamo están consternados e identificados con su frustración».
Es evidente que, si así piensa tan alta autoridad profesional de Salud Mental del municipio, el propio profesor que vio a Luis Manuel Cortina crecerse y descollar, la vida puede estar revelándonos una de esas brillantes excepcionalidades que desbordan la regla.
A fuerza de ser estrictos en el cumplimiento de la norma, ¿muchas veces no estaremos encegueciéndonos ante la luz de algunos seres muy especiales? Debemos ser celosos en el respeto a las normativas, porque debe haber un orden y un rasero. Pero no por ello dejemos extraviar la visión muy personal y dialéctica ante lo que desborda lo común. A fin de cuentas, la excepción confirma la regla.