Acuse de recibo
Así sintetiza la doctora María de la Caridad Barciela, la historia del ventilador de techo-lámpara modelo Ceiling Fan 7905, que adquirió su esposo al precio de 60,30 CUC el pasado 22 de marzo, en la tienda Galerías Paseo de la capital.
El equipo tiene tres meses de garantía. Al fin, pagándole a un electricista, se pudo instalar el 15 de abril. Esa noche, las aspas comenzaron a girar en el sentido de las manecillas del reloj, pero luego se detenían y giraban en sentido contrario, y en una sola velocidad.
Amparados en la garantía, el 17 de abril llevaron el ventilador-lámpara a la tienda, y allí les dijeron que debían encomendarlo al taller, sito en 84 y 7ma., en Playa. En este último sitio, les informaron que debían llamar el 26 de abril para averiguar si estaba arreglado o no; y si no había la pieza, pasaban a una lista de solicitud. Si al mes no llegaban las piezas de repuesto, entonces el equipo pasaba a ser analizado por una comisión de la gerencia.
El 26 de abril, el esposo de Barciela, después de intentar comunicarse por teléfono durante tres horas, decidió encaminarse al taller. Allí no había electricidad hacía tres días, y la pizarra no funcionaba. Un mecánico que casualmente estaba allí, le dijo que había revisado el equipo, y ya este había pasado a la lista de parados por piezas.
El dueño le reclamó a la comercial del taller que ya no quería el equipo, que le devolvieran su dinero. Y ella le dijo que eso no era posible hasta tanto la comisión no dictaminara.
Casi durante un mes trataron de comunicarse telefónicamente con el taller varias veces. Pero era imposible. Al fin, el 21 de mayo logró hablar con la comercial del taller, quien le informó que el equipo era baja técnica, pero debía esperar hasta el 25, para dar tiempo a que estuvieran todos los papeles.
El 25 de mayo, el cliente fue de nuevo al taller, y le dieron el documento para cambiar el ventilador-lámpara, y la constancia de que se habían entregado todos los componentes del equipo defectuoso.
Fue entonces con los papeles al área comercial de la tienda Galerías Paseo… Pero no, las cosas no pueden ser así expeditas, después de tantos avatares: le dijeron que de la tal comisión aún no había llegado el dictamen para el autorizo del cambio. Debía esperar a que le llamaran…
El 1ro. de junio llamó, y le dijeron que fuera el día 4, fecha en que ya debía estar el dictamen de la comisión. «La comisión, precisa, dictaminó que lo que procedía era cambio, no devolución de dinero. Aunque ya no quisiéramos el equipo, porque es malo, eso era lo que nos tocaba. No podíamos decidir».
El día 4 fueron Barciela y su esposo a las 4 de la tarde, y les dijeron —con mucha pena— que ese día no habían podido ir al lugar donde radica la comisión de marras. Que volvieran el 7 de junio. Ese día, los esposos se aparecieron a las 3 y 30 p.m., y la compañera no se encontraba. Esperaron una hora y media, y otra empleada les dio el dictamen: cambio del equipo.
¿Ya? «No, no, no... Repetimos…» Después de tanto tiempo, ya no había ventiladores-lámparas de esa marca y precio. Entonces sí les devolvieron el dinero. «¿Grabaste?».
La doctora María de la Caridad Barciela solicita que la entidad, a la cual pertenece esa tienda, le explique «quién diseñó ese tipo de garantía, quiénes son los proveedores de esos ventiladores-lámparas, quién me indemniza los daños y perjuicios, las innumerables molestias, los ires y venires, el dinero que he gastado en viajes».
Y concluye la carta, desde su casa en Marino 904, apto 1, entre Talleres y Final, Nuevo Vedado, Ciudad de La Habana: «Ahora solo tengo un hueco en el techo de mi balconcito cerrado, hice una instalación que pagué y no sirve para nada. ¿Qué derechos tenemos los consumidores? ¿Dónde está la protección al cliente? Lo único que gané fue un problema».