Acuse de recibo
Las trabas y más trabas que contó en estas líneas la capitalina Tamara Guerra Fabelo (Ángeles No. 159, entre Monte y Corrales, La Habana Vieja) podrían desatar una hilarante risa (o llanto). A la cuadra donde vive la remitente, según narró el 30 de mayo de 2009, le fueron obsequiadas, por solidarios extranjeros, algunas pilas de agua.
Luego del censo de las necesidades del barrio en este particular, las autoridades locales informaron que contratarían a un plomero para que colocara los dispositivos hidráulicos. En vista de que no aparecía nadie, sugirieron a los vecinos que encontraran uno entre ellos; y se le pagaría, relataba Tamara.
Un vecino se brindó para situar las pilas; pero cuando le informaron del salario que devengaría, desistió de la empresa. Más tarde los residentes fueron citados para un local de Aguas de La Habana a fin de ajustar el asunto. Allí siguieron los enredos. Algunos se brindaban para guardar las pilas en sus casas; las autoridades enfatizaban en que no podían perder la custodia de estas, pues podían terminar vendidas… Y Tamara se preguntaba —después de casi un año de jelengues— si no sería mucho más fácil que le entregaran a cada beneficiado —lista y control mediante—, la dichosa pila y que él mismo cargara su maletín.
Más de seis meses después de publicada la carta, llegó a Acuse la respuesta de Rodolfo Rivera Dalisle, primer vicepresidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular en La Habana Vieja.
Informa Rodolfo que se procedió de inmediato a la solución del problema. Rápidamente comenzó «la reposición de accesorios de plomería a los vecinos de esa cuadra. Dicha tarea la asumió la Micro Social del territorio con el apoyo de los residentes del lugar y la supervisión del delegado. La tarea quedó concluida el 15 de julio de 2009».
Y termina diciendo el directivo que los habitantes del sitio, y particularmente Tamara, quien preside allí el CDR 5 de la zona 47, quedaron satisfechos.
Este redactor, sin embargo, no puede quedar del todo complacido. Debo volver a la interrogante tantas veces repetida: ¿Por qué, si el asunto era de fácil solución, había que esperar a que «sonara» en la prensa para resolverlo? ¿Por qué las autoridades municipales, una vez resuelto, no informaron ágilmente al resto de la ciudadanía que siguió el caso a través de Acuse?
También de la capital es la segunda misiva de hoy, respuesta a la denuncia hecha aquí el 29 de septiembre de 2009 por Abelardo Vildosola Rodríguez (calle Villoldo No. 60, entre San Leonardo y Santa Beatriz, Rpto. Apolo, Arroyo Naranjo).
Según narró entonces el remitente, su calle era un verdadero pantano de albañales. Pero no solo eso, sino que el agua negra subía por las instalaciones sanitarias de las casas de la zona. Esta problemática había sido informada a la Oficina Comercial de Aguas del Sur, en La Palma, y nada.
El reclamo generalizado de los vecinos era que se estudiaran las causas del problema y no se bombeara con el carro especializado y ya. Esto —ocurrido en otras ocasiones— representaba una efímera solución.
A propósito responde Eduardo Molina Rojas, director general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado del Sur, en Ciudad de La Habana.
Según explica Eduardo, el vertimiento en el área de referencia «se produce debido a que en las calles Villoldo y Santa Beatriz se encuentra el final de la línea de alcantarillado de la zona, por lo que allí llegan los residuos líquidos que en muchas ocasiones contienen desechos sólidos que obstruyen nuestras tuberías… para lo cual no están diseñadas».
En esta ocasión —especifica el funcionario—, además del carro especializado fue necesario emplear una brigada para sacar los desperdicios sólidos introducidos. Quedó resuelto el problema».
De todas formas, lo más importante, recalca el Director, es que las personas no vuelvan a introducir estos fragmentos sólidos que bloquean el alcantarillado; pues el trabajo permanente de las tres brigadas, del carro de alta presión y de los dos transportes limpia fosas existentes en el municipio no dan abasto para solucionar los problemas que se generan.