Acuse de recibo
Cada vez que una entidad burla la confianza del ciudadano con desatenciones, olvidos o desplantes retrocedemos sobremanera en el camino hacia una sociedad más plena y justa. Y esos retrocesos dejan laceraciones.
Idelín Martínez pudo rendirse indefensa allá en calle Luz 14, apartamento 3, entre Pepe Antonio y Nazareno, en el municipio capitalino de Guanabacoa. Pero prefirió escribir de lo que se sufre, por aquella filosofía del desentendimiento: Esto es así, y si te conviene bien; si no, igual...
Cuenta ella que el 6 de diciembre pasado se registró en su cuadra un incremento del voltaje, y en consecuencia se le averiaron una vieja lavadora Aurika, una grabadora, tres lámparas de luz fría y un añejo televisor Caribe. Su televisor, que funcionaba y esperaba cambiarlo cuando se produjera allí la correspondiente sustitución.
Ella lo reportó en la Empresa Eléctrica, y al día siguiente fue a su casa una inspectora, quien de forma terminante le dijo que su televisor Caribe no procedía, porque según ella tenía las placas sueltas, y que en su opinión ese televisor nunca había funcionado. Además le informó que en ese momento no tenía lámparas para cambiar, pero si quería, cogiera los bombillos. Era lo que había. Ah, le aclaró que si cogía los bombillos no tenía derecho a las lámparas cuando entraran.
La inspectora le dijo a Idelín que, si quería, fuese a ver al director de la Organización Básica Eléctrica (OBE). Pero el delegado de la circunscripción habló con la inspectora, y le explicó que es el caso de una mujer sola, con una niña, y que además él atestiguaba que ese televisor funcionaba. Pero la especialista, también de manera terminante, sostuvo que si ella decía que no procedía, así tenía que ser.
Idelín se personó el 20 de enero pasado en la OBE municipal. Y allí el comercial, de una manera muy amable, le respondió que si la inspectora decía que el televisor no procedía para el cambio, así era.
La cliente se interesó, ante la inspectora, por las demás afectaciones. Esta le aclaró que no había lámparas y difícilmente entrarían; que si pudiera, las comprara en la tienda. Y en cuanto al cambio de los demás efectos, se demoraba bastante.
Idelín le preguntó por qué no habían enviado un mecánico, pues era el que realmente podía decir si procedía o no. Y la inspectora le respondió que ella había pasado un curso de electrónica, y allí no tenían mecánicos. Ante la insistencia de la cliente, la inspectora sentenció que no procedía el cambio «porque desde no se qué año el 90 por ciento de los televisores rusos estaban descontinuados, y para ella el mío entraba en ese por ciento. Y que el alto voltaje no rompía ningún televisor ruso».
Idelín se rebela: «Ya estoy cansada de sufrir y pagar por cosas con las que no tengo que ver».
Hallazgo en GuantánamoUn tesoro encontró en Guantánamo el licenciado en Cultura Física Guillermo D. Rodríguez, presidente de la Peña Deportiva Rafael Espinosa, de Cienfuegos, y residente en calle 31 número 4608, en la Perla del Sur.
Cuenta él que se encontraba en la ciudad de Guantánamo, con motivo de los recientes juegos de béisbol del equipo de su provincia con el del Guaso, y también por el Campeonato Nacional de Boxeo Playa Girón, que se celebraba paralelamente. El 15 de enero le avisaron que tenía problemas en su familia, y su pasaje de retorno no era hasta el 19. ¿Qué hacer?
Guillermo fue escuchado por la administradora de la terminal de tr enes de la ciudad, una señora llamada Benita, quien «de forma desinteresada atendió mi solicitud. Me citó para la tarde de ese mismo día y para sorpresa mía ya había hecho la reservación del pasaje en un tren extra que salía para La Habana y pasaba por Santa Clara, pues a Cienfuegos no llega ninguno desde esa provincia».
«Destaco la atención de todos allí —señala— y la reparación de la terminal de trenes de Guantánamo, un rescate de la belleza arquitectónica».
Vale por Guillermo. Al final, de qué valdría el rescate arquitectónico de la estación ferroviaria sin la belleza que le imprimen personas solícitas y solidarias como Benita.