Acuse de recibo
Y ahora recibo varias cartas de residentes en el reparto Alamar, al este de la capital, con preocupaciones similares:
José Isidro Cou Guerra, residente en el edificio 959, apartamento 37, en la zona 10 de esa urbanización, señala que frente a esa zona, llamada Alturas de Alamar, y del lado de allá de la Vía Blanca, hay un vertedero bastante cercano que está contaminando considerablemente el lugar, sobre todo cuando el viento cambia su dirección y trae la desgracia a los afectados.
De día y de noche arden los desechos, no saben ellos si por obra de alguien, o por la combustión que se produce como consecuencia del calor y la sequía que tanto han castigado. Lo cierto es que José Isidro padece de asma severa, y tanto él como otros residentes con esa insuficiencia respiratoria, ven deteriorarse su salud por el humo permanente, a pesar de todas las gestiones que han hecho.
De igual manera se pronuncia Yoel Ernesto Rodríguez Jiménez, vecino del edificio E-10, apartamento 5, en la propia zona 10. Y Karel Leyva Ferrer, vecino de calle 164 número 344, en la zona 1 de ese reparto, se lamenta de que en la noche y madrugada una densa neblina de humo resultante de la basura vulcanizada está acabando con uno de los dones que poseía tan alejada urbanización: el aire puro.
Y Gustavo García, residente en el edificio 926, de la zona 24 de ese reparto, considera que ya es insoportable respirar en las mañanas.
Todos ellos, que se han desgastado en quejas y gestiones sin ningún resultado, consideran que Servicios Comunales y Salud Pública en Ciudad de La Habana deben pronunciarse y responder con hechos concretos; léase con el traslado del vertedero a zonas mucho más alejadas.
De igual manera, denuncia Samuel Breña la situación similar que sufren los vecinos de la avenida 243, entre 34 y 36, en Punta Brava, municipio capitalino de La Lisa, a consecuencia de un vertedero instalado frente a sus casas, lo que ha convertido esa zona en un muladar de toxicidad y vectores.
A diario depositan los desechos camiones estatales, carretas de caballos, ciudadanos con su carga y cuanta persona desee.
Los vecinos han hecho sus gestiones, pero, según Samuel, nada se ha solucionado en eso de trasladar el vertedero, a pesar de que es un pedido muy sensible de la comunidad.
Hay humo en sus ojos, digamos como aquella vieja canción. Ojalá y no se vuelva humo el propósito de descontaminar esas comunidades.