En el Parque Central capitalino, como en toda Cuba, los fanáticos se juntaron para seguir cada jugada de su equipo. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 19/03/2025 | 07:36 pm
Casi dos décadas han transcurrido de aquel 20 de marzo de 2006, en que, a pesar de perder frente a Japón, el béisbol cubano salió exitosamente del mayor reto de su historia a nivel de selecciones hasta ese momento, al conquistar la medalla de plata en el 1er. Clásico Mundial.
Ciertamente, ante la nueva experiencia existían dudas sobre si la formación de la Mayor de Las Antillas sería capaz de salir airosa en sus enfrentamientos con poderosas novenas cuajadas de estrellas de Grandes Ligas.
El conjunto que dirigió el fallecido Higinio Vélez Carrión (1946-2021) aventajó en 12 entradas a Panamá, ocho carreras a seis y posteriormente a Países Bajos, 11 a dos, con lo cual aseguró su presencia en la segunda ronda del certamen.
En la última salida en su llave, fueron noqueados por el elenco boricua, 12 a dos, hecho inédito para los cubanos hasta ese momento en eventos de primer nivel.
Tras el triunfo de los puertorriqueños, el mánager José Oquendo advirtió: «No me dejaría llevar por esta noche mala de ellos (el equipo Cuba), porque eso pasa en el béisbol. Ellos van a hacer un estudio de lo que pasó y van a venir mejor preparados la próxima vez que nos enfrentemos. Es un equipo bien agresivo y no se van a intimidar».
Así fue, los peloteros criollos aprendieron bien la lección, pues doblegaron a Venezuela (7-2) y tomaron desquite contra Puerto Rico (4-3) y, aunque cayeron ante República Dominicana (3-7), lograron acceder a la semifinal del Primer Clásico Mundial, algo que muchos no les pronosticaban.
Tras batir tres carreras a una al poderoso equipo de República Dominicana en la antesala de la final, los cubanos pasaron a la discusión del título contra Japón, plantel ante el cual cedieron ¡con las botas puestas!, seis carreras a diez. Realmente, lo sucedido en aquel certamen finalizado el 20 de marzo de 2006 fue una hombrada en la lid más fuerte en que se habían involucrados los peloteros criollos.
El pueblo les organizó un gran recibimiento el martes 21 de marzo. La selección nacional fue acogida en el aeropuerto José Martí a las cinco de la tarde y desde allí realizó un recorrido que concluyó en el Coliseo de la Ciudad Deportiva, donde fueron recibidos por Fidel.
Eduardo Paret Pérez le entregó al Comandante en Jefe la bandera cubana que presidió los días de gloria en San Juan de Puerto Rico y San Diego, California. Además, el desaparecido pelotero yumurino Yoandy Garlobo Romay (1977-2023) le entregó al líder de la Revolución dos pelotas firmadas por la treintena de jugadores que conformaron el equipo.
A su vez, el mandatario cubano obsequió a cada uno de los jugadores un reconocimiento «por la hazaña»: un bate especialmente diseñado, y al mentor Higinio Vélez un diploma enmarcado en un cuadro con la inscripción Felicidades campeones de la dignidad.
El equipo
Receptores: Ariel Pestano, Roger Machado y Eriel Sánchez.
Jugadores de cuadro: Leslie Anderson, Ariel Borrero, Michel Enríquez, Yulieski Gourriel, Juan Carlos Moreno, Eduardo Paret, Joan Carlos Pedroso y Rudy Reyes. Jardineros: Frederich Cepeda, Yoandy Garlobo, Alexei Ramírez, Carlos Tabares y Osmani Urrutia.
Lanzadores: Pedro Luis Lazo, Yadel Martí, Luis Borroto, Maikel Folch, Yulieski González, Jonder Martínez, Yunieski Maya, Vicyoandri Odelín, Norberto González, Adiel Palma, Yadier Pedroso (1986-2013), Yosvany Pérez, Ormari Romero y Deinys Suárez.
Director: Higinio Vélez.