La tarjeta azul en el fútbol sancionará durante diez minutos de expulsión a los que cometan faltas. Autor: Tomada de As Publicado: 15/02/2024 | 09:53 pm
Las tarjetas roja y amarilla son a las rutinas del fútbol como el regaño de la maestra a un chico indisciplinado. En el más universal, los árbitros las muestran en diversas situaciones de juego, y, en dependencia de la gravedad de una acción de visos antideportivos, sus comisores pueden ser expulsados de un partido o alertados de que una falta más y recibirán igual sanción. De recibirlas no están exentos los técnicos, los suplentes y ni siquiera el público presente en las gradas.
La urgencia de implementar este correctivo bicolor comenzó a germinar en la Copa del Mundo de Chile en 1962, una de las más violentas de la historia. Aquella vez hubo puñetazos, ofensas, desmayos, fracturas, contusiones... En el partido de los locales vs. Italia, ganado por los primeros 2-0 y recordado como «la batalla de Santiago», fue tal la refriega que la policía tuvo que intervenir para aplacar los ánimos.
Aquel día fue criticada con dureza la actuación del árbitro inglés Kenneth Aston, quien, un año después, abandonó el silbato al sufrir un accidente de tránsito. La FIFA lo nombró entonces miembro de su Comité de Árbitros, y en esa condición fue testigo de los incidentes del partido Argentina-Inglaterra del Mundial del que fue anfitrión este último país en 1966.
A mitad de aquel encuentro, el colegiado alemán Rudolf Kreitlein amonestó verbal y gestualmente al gaucho Roberto Perfumo por cometer una falta
peligrosa, sentencia que fue protestada por su compañero Antonio Rattin. Ante la vehemencia del reclamo, Kreitlein decidió expulsar a Rattin, por lo que le exigió abandonar el terreno. Por hablar diferentes idiomas y a falta de un traductor, no se entendieron, y eso generó una suerte de diálogo de sordos que estuvo a punto de terminar en una gresca. Finalmente el capitán argentino se retiró.
La polémica de referencias marcó un antes y un después para el arbitraje futbolístico. Hasta ese momento, la expulsión de un jugador se decretaba por medio de palabras y gestos. La FIFA consideró que eso ya no era suficiente y que se hacía impostergable adoptar un método más eficaz que no dejara lugar a dudas en la comprensión. Kenneth Aston dio la solución cuando viajaba en auto hacia su casa por una calle de Londres.
En efecto, al detenerse frente a las luces de un semáforo, confirmó que la amarilla significaba precaución y la roja peligro. «¡Esto se puede aplicar al fútbol!», pensó. Le pidió a su esposa que le confeccionara dos tarjetas pintadas con colores. La amarilla sería para advertir al jugador que cometiera una falta leve, y la roja para expulsarlo por una grave. Su propuesta fue aceptada por la comisión de árbitros de la FIFA e implementada a partir del Mundial de México 1970.
En aquel certamen planetario azteca le correspondió al ruso Kaji Asatiani el «honor» de ser amonestado con la primera tarjeta amarilla de la historia del fútbol durante el partido inaugural entre la URSS y la selección sede. Cuatro años después, en el Mundial de Alemania 1974, fue el chileno Carlos Caszely quien inauguró la era de las tarjetas rojas, al recibir la suya jugando, precisamente, contra el anfitrión.
Más de medio siglo después del debut de las tarjetas rojas y amarillas —imprescindibles en el fútbol moderno— la FIFA está a punto de presentar otra con un nuevo color: la tarjeta azul. Tendrá una categoría intermedia entre las que la antecedieron. El jugador que la reciba deberá abandonar la cancha durante diez minutos, y su selección no podrá remplazarlo. En ese lapso deberá permanecer en un área de exclusión llamada sin bins.
Su activación no tiene todavía fecha definida, pero todo indica que será adoptada pronto. Según sus patrocinadores, a la tarjeta azul se recurrirá para sancionar faltas tácticas o protestas desproporcionadas por alguna decisión arbitral. Si un jugador acumulara dos azules o una amarilla y una azul en un mismo encuentro, será expulsado mediante tarjeta roja.
No serán la tarjeta azul y el área de exclusión los únicos cambios en la reglamentación del fútbol internacional. También está en estudio una regla inspirada en el rugby, la cual establece que solo el capitán del equipo puede dirigirse a reclamarle al árbitro de un partido. Se trata de un intento por controlar mejor los comportamientos impropios de los jugadores y de conferirle mayor seguridad a los colegiados.