La explosividad de Víctor Mesa en el terreno matizó algunos de los encuentros. Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 06:59 pm
Es medianoche del miércoles 15 de julio de 1987. En La Habana ya está el grupo de 25 peloteros estadounidenses que toparán con los cubanos entre los días 16 y 21 de ese mes, como parte de la preparación hacia los 10mo. Juegos Panamericanos de Indianápolis.
La prensa ha anunciado el choque y la afición espera para verlos jugar en casa. También los atletas están expectantes. Es la primera vez que reciben a los rivales en tierra cubana y topar con ellos es siempre un incentivo, un medidor para saber si se está en forma, sobre todo cuando se conoce que en solo dos semanas volverán a enfrentarse en la cita continental.
Los visitantes son estudiantes universitarios que rondan los 19 y 21 años de edad, sobrepasan los seis pies de estatura, y les sobra calidad, a muchos las Grandes Ligas les tienen el ojo encima.
El grupo llega a Cuba avalado por 16 éxitos en 17 encuentros de preparación, incluidos cinco triunfos sin derrotas ante la selección nacional de Taipéi de China, fuerte rival de Cuba a partir de 1983.
Robert Smith, entonces presidente de la Asociación Internacional de Béisbol (IBA), viaja al frente de la escuadra norteña que trae como mánager a Ron Fraser.
En declaraciones al diario Granma, Smith expresa que dos razones lo han traído a La Habana: «Acompañar al equipo de Estados Unidos, que está muy ilusionado con la visita, y aprovechar la ocasión para hacer algunos ajustes con vistas a la Copa Intercontinental, a celebrarse en octubre próximo».
De remotas califica las posibilidades de encuentros de peloteros cubanos con conjuntos de Grandes Ligas. Dice que ha hablado con algunos dirigentes de esos equipos y que son varios sus argumentos. «Ante todo, los profesionales de mi país tendrían mucho que perder jugando con Cuba, pues conocen su fuerza», explica.
Home club
No solo los estadounidenses habían tenido éxitos durante su preparación. Los cubanos, previo al Tope, hicieron una gira de 20 días por México, donde se midieron ante equipos profesionales aztecas, con un balance de nueve victorias y un revés.
También son 25 los criollos. Es un elenco de lujo, entre los que figuran: Orestes Kindelán, Juan Castro, Pedro Medina, Antonio Pacheco, Luis Ulacia, Ermidelio Urrutia, Víctor Mesa, Lourdes Gourriel, Luis Giraldo Casanova… Rogelio García, Omar Ajete y Lázaro de la Torre son tres de los nueve lanzadores que integran la nómina. Un jovencito descuella, se llama Omar Linares y es una promesa de 19 años, con fuerza y precisión al bate. Timoneando a los criollos está Higinio Vélez, hoy presidente de la Federación Cubana de Béisbol.
Tres y dos
Tal como estaba previsto, el jueves 16 de julio, a las nueve de la noche en el Estadio Latinoamericano, inicia el primero de los cinco partidos, de los cuales Cuba ganó tres.
Arrancamos ganando. El éxito llega por la mínima. Y Lourdes Gourriel es el hombre de la noche. Su bate impulsó cuatro de las siete carreras cubanas. El colega Sigfredo Barros reportó en el diario Granma: «Primero fue su jonrón del tercer inning, con Pacheco y Omar en circulación por doblete y jit, respectivamente. Luego, en el séptimo… su difícil roletazo burló el guante del antesalista Sprague y siguió camino de nadie, para fletar a Pacheco desde la intermedia».
Aquel choque duró tres horas y media, y por el diamante desfilaron 35 peloteros. «El mentor Ron Fraser utilizó a 19 jugadores, incluidos cinco lanzadores, e Higinio Vélez empleó a 16».
Agua caliente
El segundo choque lo dominó Rogelio García, quien fue respaldado por una ofensiva de 11 jits. Casanova dio jon-rón y Víctor Mesa tubey. El partido, con triunfo cubano, cerró por marcador de 7-3.
Desde las gradas, el Comandante en Jefe Fidel Castro presenciaba el partido. Antes de iniciar el choque departió en el terreno con los jugadores norteamericanos y cubanos. Y al concluir bajó a felicitar a los suyos.
—Bueno, ahora te darás una buena ducha de agua caliente, le dijo Fidel al ciclón de Ovas, el hombre que esa noche ponchó a diez bateadores estadounidenses.
Rogelio sonrió al Comandante, y con el mayor respeto le dijo: No, me voy a embasar en 55 (galones) de agua fría, porque aquí no hay agua caliente en ningún lado.
La respuesta del pitcher pinareño puso en alarma a algunos funcionarios, y a los pocos días se vio descargar en el Latino unos calentadores. Se dice que desde entonces hay agua caliente en el Coloso del Cerro.
Con Abbott no hay mango bajito
Jim Abbott, de 6,3 de estatura y 200 libras, a sus 19 años llegó a La Habana con solo tres jonrones permitidos en 86.1 innings de la primera temporada de 1987. Pero los peloteros cubanos hicieron caso omiso de las estadísticas y, al fijarse en la malformación que tenía en su mano derecha, esa que le obligaba a fildear y tirar con su brazo izquierdo, pensaron coger mangos bajitos.
En el Latino, durante la preparación del equipo que competirá en la edición de 2017, el preparador Pedro Medina, entonces receptor del elenco cubano, cuenta a JR: «Abbott era un zurdo que tiraba más de 90 millas, con un cambio extraordinario y buen slider. Era difícil batearle. Así que al detectar su “punto débil”, cambiamos la estrategia para tocarle la bola. Fue Ulacia el primero en intentarlo. Le salió mal, porque el hombre se movió con una velocidad extraordinaria, cogió la bola e hizo todos los movimientos con el guante. Tiró a primera base y casi lo sacó por un paso».
Los cubanos intentaron hacerle la misma jugada y otra vez fue fallida. «El hombre era tan bueno fildeando como cuando picheaba. Con los años lo vimos lanzar en los Ángeles de California y los Yankees de Nueva York. Así —relata Medina— nos vimos imposibilitados en hacerle jugadas de movimientos para sacarlo del box. De modo que tuvimos que ir a la ofensiva. Tratamos de batearle, hacerle jugadas más técnicas, bateo y corridos, pero…».
En la tarde del domingo 18, los estadounidenses consiguieron su primera victoria de ocho carreras a tres, y Abbott fue la sensación del juego.
Cierre con lluvia
El cuarto choque sería en Artemisa. Unas 15 000 personas abarrotaron el estadio 26 de Julio y disfrutaron la victoria de los suyos (siete a cero). La lluvia puso fin al juego, justo al principio de la octava entrada. El lanzador Jorge Luis Valdés alardeó de inteligencia y control, y la ofensiva cubana conectó 12 imparables, y fue el jovencito Omar Linares el más destacado, con jit, triplete y jonrón.
El quinto y último de los desafíos lo dominó la novena comandada por Ron Fraser, con pizarra de siete carreras a cuatro. Por Cuba Omar Linares disparó su tercer cuadrangular de la serie. En síntesis, esta fue la génesis de un tope necesario para el intercambio deportivo, y por qué no, para demostrar la solidaridad entre ambos pueblos.
Desde 1987 hasta 1996 se realizaron los encuentros entre las dos selecciones de manera consecutiva. Luego, por decisión de la Casa Blanca, se interrumpieron, pero volvieron a reanudarse a partir de 2012, cuando tuvo lugar un tope en nuestro país. En total, Cuba tiene 48 triunfos, y 34 los norteños. En 2013 y 2015 Carolina del Norte fue la sede, como lo será este año. Veremos quién será el ganador.