El habanero decidió en Santa Clara. Autor: Carolina Vilches Monzón Publicado: 21/09/2017 | 06:41 pm
Quien dijera hace unos meses que Alexander Malleta iba a ser un ídolo en Villa Clara, cuando menos se iría a casa con un turno en el bolsillo para consultar a un siquiatra. Ayer, en cambio, Malleta, el mismo que tantos palos ha dado en el Sandino contra los Naranjas, fue un héroe vitoreado hasta el delirio cuando parecía que los Cocodrilos darían una sensacional mordida.
Se paró en home sereno, resuelto (acostumbrado a la bulla del Latino, la del estadio de Santa Clara le parecería un simple abejeo), su nuevo equipo estaba debajo en el marcador por una carrera en el noveno inning, las bases congestionadas y dos outs en la pizarra. Era él o Matanzas.
Y Malleta, fiel a su estirpe de bateador oportuno, dio el cañonazo que propició las dos anotaciones y la victoria de Villa Clara, 7-6. Ironías de la vida, ahora en esa central provincia, que tanto quiso «molerlo» años atrás, le comienzan a decir «San Malleta». El hombre que vino a cubrir, aunque sea temporalmente, el espacio dejado por el «Remolcador» Ariel Borrero.
Para ser justo, no solo el refuerzo capitalino fue el protagonista del duelo. El jardinero Yurién Vizcaíno había puesto a los locales encima en el octavo episodio con un Grand Slam.
Como curiosidad, Matanzas perdió la segunda subserie en toda la temporada, ambas a la hila; por primera vez cedió en el primer duelo de un compromiso particular, y para completar: Yoanni Yera y Adrián Sosa, quienes llegaron invictos, encajaron sus primeras derrotas.
Si los dos éxitos de los Naranjas frente a la mejor novena del torneo han sido noticia, no menos interesante fueron los resultados de los otros compromisos. Los Toros de Camagüey embistieron por tercer día consecutivo a Holguín, para dejar claro que en esta segunda fase todo el mundo cuenta.
En la otra porfía, los Tigres avileños también amarraron cortico a los Alazanes de Granma por tercera vez. Un cohete de Eliecer Griñán en la azotea del décimo capítulo dejó tendidos sobre la grama del José Ramón Cepero a los muchachos de Carlos Martí, cuando el juego estaba empatado a cuatro anotaciones.