RÍO DE JANEIRO.— In situ, he podido comprobar con mis propios ojos —y también con mis oídos— que el fútbol en Brasil va mucho más allá de ser una religión. Es tema de antónimos: risa y llanto, amores y desencantos, bulla o sepulcral silencio.
Recientemente, me trasladaba en un ómnibus desde Barra de Tijuca hacia Copacabana, bordeando todo un acantilado por la zona de playa, en busca de la partida de la prueba femenina de ciclismo de ruta y apenas había pequeñas áreas, pletóricas de practicantes, que no tuviesen dos porterías instaladas. El toca-toca era constante, no importaba el sol ni el reducido espacio.
Pero en horas de la noche, la selección masculina verdeamarela, comandada por el delantero Neymar, signó su segundo empate a cero contra Irak —en el debut fue ante Sudáfrica—, en clara contraposición con la escuadra femenina, cuyo «cerebro» creativo es la espectacular Marta.
Vale citar que las mujeres poseen balance de dos victorias sin derrotas: 3-0 ante China y 5-1 frente a Suecia, con dos goles de Marta.
A la salida de nuestro hospedaje, un vecino me decía: «Destituyeron a Dunga —antiguo técnico—, porque le había quitado a Brasil el “jogo bonito”. Y Tite, con tres delanteros de buena samba, tampoco logra que su equipo haga goles. ¿Cómo los entrena?».
En el Centro de Prensa, uno de los edecanes me comentaba casi a gritos: «lo que tienen que hacer es cambiar a Neymar por Marta, para que les lleguen los goles. A un joven que vendía camisetas de la canarinha, un colega de Guatemala le decía que quería comprarle al hijo una de su ídolo Neymar, pero era muy costosa. ¿Y saben cuál fue la respuesta de otro hincha, ubicado a su lado?: «Tenga paciencia, señor. Cuando se acaben los Juegos, esa camiseta apenas tendrá valor».
Y el colmo de los colmos, si de críticas se trata, fue un video que me mostró un grupo de aficionados que se trasladaban a ver las competencias de judo. En este se veía a Marta con zapatillas masculinas… y a Neymar con tacones.
Hace ya un buen tiempo que Brasil no gana un evento futbolístico de alto rango. Y eso es un pecado en esta tierra de la samba, que aún sufre la goleada de 7-1 que le recetó Alemania en el Mundial de 2014, en suelo propio. Tan es así, que creo no estar preparado para ver lo que sucede si hoy la tropa de Micale no supera a Dinamarca, líder del grupo, y se queda fuera de los cuartos de final. ¿Qué me dicen?