En el ánimo de Yamara Amargo —la chica de las manos prodigiosas desde el perímetro—, la velocísima Ineidys Casanova, la «roca» bajo los tableros Clenia Noblet y compañía, se respiran aires de darlo todo en cada juego, de ir por una sorpresa. Autor: FIBA Américas Publicado: 21/09/2017 | 05:55 pm
Hace cuatro años tuvieron que «ver» el Mundial por las noticias. Se quedaron entonces con los deseos de maquillar, al menos, la imagen dejada en la edición de 2006, en Brasil, cuando quedaron en el onceno lugar.
Ahora la selección cubana de baloncesto femenino tiene la oportunidad de anotar una canasta elegante, certera, con maestría, en el Campeonato Mundial que organizarán varias ciudades de Turquía, entre el 27 de septiembre y el cinco de octubre, en aras de volver al top ten. O quién sabe, el «enceste» pudiera ser espectacular.
Poco a poco, este equipo ha ido labrando su propio camino, ya fueron el año pasado las reinas del FIBA Américas y ratificaron su supremacía en el área con el título en el reciente Centrobásquet. Viéndolas entrenar, con disciplina y absoluta entrega, uno recuerda aquellas muchachas que en 1990 le dieron a Cuba la única medalla en un mundial femenino de la especialidad, un bronce que brilló (y brilla) tanto como el oro.
Aquella era la generación de Leonor Borrell (quien fuera líder anotadora de la justa del orbe de 1986, con 187 puntos en siete partidos), Dalia Henry, Regla Hernández, María Elena León y las entonces bisoñas Yamilé Martínez y Lisset Castillo.
Incluirse entre los cuatro grandes de la cita turca se antoja, para las muchachas de Alberto Zabala, tan difícil como colar un tiro desde la cancha contraria.
Pero en el ánimo de Yamara Amargo —la chica de las manos prodigiosas desde el perímetro—, la velocísima Ineidys Casanova, la «roca» bajo los tableros Clenia Noblet y compañía, se respiran aires de darlo todo en cada juego, de ir por una sorpresa.
El conjunto cubano se encuentra desde el pasado miércoles en España, donde efectuarán partidos de «calentamiento» frente al quinteto anfitrión y las canadienses —dos elencos que también estarán en la justa del orbe—, y después se trasladarán a Italia para hacer una base de entrenamiento. Justo antes de partir, JR conversó con varias atletas y la dirección del conjunto.
Alberto Zabala lleva seis años al frente de estas muchachas y las ha acompañado en su desarrollo como atletas y como personas. Él sabe que este será un torneo difícil.
«Mira el caso de los varones, quién iba a pensar que Francia eliminaría a España en los cuartos de final. Pero así es el deporte. No podemos confiarnos de nadie y que nadie se confíe de nosotros. Si quedamos entre los ocho primeros, sería un resultado bueno, pero aspiramos a más. Vamos a ponerle el extra a cada juego, aunque sabemos que contra nosotros conspira la falta de roce internacional y el bajo promedio de estatura, comentó el estratega.
«Nuestro juego se basa en una defensa hermética, variada, tanto en toda la cancha como en la mitad de ella, y en la efectividad del cobro de los tiros libres. Esperamos que lo entrenado para mejorar los lanzamientos de campo dé resultados en el campeonato.
«Hemos estudiado videos de las rivales. Con conjuntos de Australia, Corea del Sur y Belarús no jugamos desde 2008. Las australianas, por ejemplo, convocaron a sus veteranas, forman un elenco muy compacto, son jugadoras con mucho oficio y técnica, algunas de ellas se desempeñan en la WNBA estadounidense», añadió.
Para Zabala, «el cruce debe ser contra Serbia o China. Con las balcánicas hace años que no competimos; las asiáticas tienen un plantel joven, pero con atletas muy altas que juegan en ligas, son muy competitivas».
Solo queda esperar. Y confiar.
¿Qué dice el quinteto abridor?
Oyanaisy Gelis (base organizadora, 1.71 metros de estatura, 30 años de edad, de Santiago de Cuba). «Estamos optimistas, vamos a dar lo mejor de nosotras. Este es mi segundo Mundial y queremos mejorar el onceno lugar ocupado en Brasil 2006. Yo me he preparado mucho para elevar la efectividad en los tiros desde la media distancia. Hay química en el equipo, todos somos una familia. Existe compenetración y hemos ensayado diferentes acciones de juego tanto a la ofensiva como a la defensa, para aplicarlas según sean las circunstancias y el comportamiento de las adversarias».
Yamara Amargo (escolta, 1.78 metros, 29 años, de Sancti Spíritus). «También es la segunda vez que participaré en un torneo de este tipo. Las aspiraciones públicas son estar entre las ocho mejores, pero en lo interno tenemos metas superiores. Nos hemos preparado muy bien, aunque será una justa muy fuerte, estarán las mejores del mundo. Me esforzaré al máximo por anotar unas cuantas canastas de tres puntos, que es mi especialidad. ¿Cómo lo logro? Busco una buena posición para el tiro, que en mi caso es ubicarme en los laterales y tener confianza en mi misma».
Leidys Oquendo (alero, 1.79 metros, 32 años, de Camagüey). «Sabemos que un gran resultado depende de jugar muy bien frente a Belarús y Corea del Sur, no es que Australia sea invencible, pero es uno de los mejores del mundo actualmente. Lo mío es tirar, anotar y defender. Y he entrenado para hacerlo como el equipo necesita. Esperen una sorpresa de Cuba en este Mundial».
Arlety Povea (ala-pívot, 1.86 metros, 29 años, de Pinar del Río). «Es mi debut en mundiales. El equipo necesita que yo meta “tapones” porque no somos un plantel alto, las rivales nos superan en estatura, así que tengo una gran responsabilidad y voy consciente de que tengo que hacerlo bien. Vamos a darlo todo para el pueblo y para nosotras mismas, que nos merecemos un buen lugar como premio a tanto sacrificio».
Marlén Cepeda (centro, 1.89 metros, 28 años, de Sancti Spíritus). «Tenemos una gran ventaja sobre las adversarias, nosotras llevamos casi un año entrenando juntas, nos conocemos muy bien. Hemos hecho mucho énfasis en la táctica, en la defensa que es una de nuestras principales armas en el juego. Es hora de que el baloncesto femenino cubano regrese a la élite. Es mi primer mundial también, pero estoy preparada psicológicamente para que eso no me afecte».