El equipo de Villa Clara ha dejado una pálida imagen en el regreso de Cuba a la Serie del Caribe. Autor: Ricardo López Hevia Publicado: 21/09/2017 | 05:45 pm
Isla Margarita, Venezuela.— Como soñar no cuesta nada, puedo hacerlo ahora mismo despierto, y que por mi mente pasen las añoradas imágenes de un equipo Villa Clara victorioso hoy, en su duelo de turno con los Indios de Mayagüez boricuas. Si eso sucediera, entonces crecerían las posibilidades matemáticas de clasificación con las que el representante cubano terminó su tercer compromiso en la presente Serie del Caribe. Pero ni aun eso le aseguraría un cupón entre los cuatro semifinalistas del torneo que el próximo sábado bajará sus cortinas en esta ciudad.
Y todo porque, este lunes, la tropa dirigida por Ramón Moré cedió por tercera vez consecutiva, ahora ante los Tigres del Licey de República Dominicana con holgada pizarra de 9-2.
Pudiera estar escribiendo todo un tratado sobre las interioridades del partido, referirme a qué no hicimos y qué nos dejamos hacer. Pero ya a estas alturas del campeonato, la descripción y la valoración de los detalles aportarían muy poco a quienes esperábamos que el béisbol cubano dejara su impronta en una fiesta a la que, por lo visto, regresó como convidado de piedra.
Muchos pudieron apreciar el nuevo castigo al que fue sometido el staff de lanzadores, en el que ningún abridor ha logrado completar cuatro innings de actuación. También los errores tangibles —no hemos cerrado un juego con menos de dos pifias— y mentales, la incapacidad de conectarle más de tres imparables a un serpentinero de discretos desempeños por donde quiera que ha pasado, como el gringo Leicester, quien salvó un partido de cero hit-cero carreras protagonizado a varias manos y poco había hecho para presumir. A aquellos que no vieron el partido, estoy seguro de que no les será muy difícil imaginar la desigual batalla.
Nada me hará cambiar de idea, incluso el todavía posible milagro de la coronación. Sin embargo, a pesar del fiasco deportivo, el retorno de nuestro béisbol al concierto caribeño ha generado «ganancias», para nada relacionadas con los beneficios económicos que le están vedados por su estatus de participación en la justa. Y sin dudas, una de las más cuantiosas es la oportunidad de abrir definitivamente los ojos y convencernos de que el mundo ha evolucionado tanto como el béisbol; que nos hizo mucho daño ignorar que todos los resultados conseguidos en torneos de primer nivel después de aquel subtítulo en el primer Clásico Mundial, eran señales de alerta para los siguientes naufragios.
Estos primeros días en la bella isla venezolana han sido como una verdadera pesadilla, no solo por las derrotas, sino también por la forma en la que se han desencadenado. En lo que va de torneo ha sido duro sentir a un equipo cubano tan fuera de lugar como ahora está el villaclareño. Y no quiero hacer con esto leña del árbol caído, aunque es muy difícil que cualquier cosa que escriba no se convierta en un verdadero aserradero.
Compartir con varios colegas de naciones vecinas me ha permitido tener un concepto muy diferente de las ligas caribeñas que no puede fijarse solamente a través de la lectura o las imágenes de televisión. Me atrevo a decir que desde ahora nadie en la mayor isla antillana duda que son notablemente superiores a las actuales series nacionales.
Supongo que tampoco exista alguien capaz de negar que en nuestra tierra, como en otras naciones cercanas, sigan naciendo gran cantidad de talentosos jugadores, porque muchos de los que vinieron, y otros que se quedaron, la tienen. Pero gracias a las realidades que hemos vivido, tengo la absoluta certeza de que con la calidad tan dispersa en 16 equipos, cualquiera de ellos que en el futuro nos representen en un certamen de este tipo, nunca lo hará en igualdad de condiciones si antes no se refuerzan hasta los dientes.
Escuchar a diario tanto a los jugadores naranjas como a aquellos traídos para mejorar las prestaciones, me ha permitido calar un poco más la distancia que los separa del resto de los participantes, a los que también he visto asumir la participación en esta lid de una manera mucho más distendida, y por tanto más efectiva.
Y lo menciono, aunque me parezca obvio: la participación cubana en esta competencia y su desarrollo son las pruebas más irrefutables de las marcadas diferencias «filosóficas» que existen entre el béisbol moderno y el que jugamos en nuestra amada tierra. Y estas van desde la inexistente especialización del pitcheo que impera en el resto del universo beisbolero, hasta inexplicables estrategias de dirección como la vista en el capítulo de apertura en el reciente duelo frente a los quisqueyanos.
La orden de boleto intencional a Ronny Paulino en el mismo primer inning para llenar las almohadillas y buscar el out en cualquier base, no solo ignoró el momento actual del bateador transferido y el siguiente en el line up, sino que presionó adicionalmente a un Yasmani Hernández que no se veía con buen control de sus disparos, por tener que lanzar cerca de la zona para evitar la carrera forzada, como finalmente sucedió.
Es un hecho que estas y muchas otras cosas tienen que cambiar si queremos de verdad reasumir el protagonismo que seguimos perdiendo. Mirar hacia otro lado, negarlos por tal de no reconocer que desde la estructura hasta la formación de jugadores merecen otros enfoques, sería un suicidio a largo plazo. Y creo que es suficiente para todos los amantes del béisbol haber vivido estas pesadillas.
Resultados del lunes
Equipos |
C | H | E | ||||||||||
Dominicana | 1 | 2 | 1 | 2 | 2 | 0 | 0 | 3 | 0 | 9 | 12 | 1 | |
Cuba | 0 |
0 | 0 | 0 | 0 | 0 | 0 | 0 | 2 | 2 | 5 | 2 | |
Ganó: J. Leicester (1-0) Perdió: Y. Hernández (0-1) HR: J. Lugo |