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Borges va en busca de las nubes

Mucho se habla de las tremendas capacidades del joven pertiguista Lázaro Borges, y sobre todo se especula acerca de su posibilidad de sobrepasar la mítica barrera de los seis metros

Autor:

Abdul Nasser Thabet

Tal vez, no, de seguro la noticia tiene halándose los pelos a más de un cubano, pues los XXX Juegos Olímpicos están a un saltico y es ahora cuando se precisan las mejores marcas para validar el adecuado estado deportivo de un atleta. Entonces, el hecho de que el pertiguista Lázaro Borges apenas frisara los 5,55 metros en la urbe moscovita, durante su debut en la gira invernal bajo techo, dice mucho, pero, dispénsenme por la contradicción, no dice nada.

Permítanme explicarme mejor. Este fue su resultado más relevante bajo capota, pero la temporada recién comienza y antes del inicio del Mundial de pista y campo cubiertos, en Estambul, podrá demostrar por qué tuvo el mayor estirón al aire libre en 2011 y la progresión más espectacular entre todos los garrochistas de ese año. Además, el frío siempre hace de las suyas. Dejemos que vaya entrando en calor.

Mucho se habla de las tremendas capacidades del joven capitalino, y sobre todo se especula acerca de su posibilidad de sobrepasar la mítica barrera de los seis metros. Mítica, sí.

Resulta que muy pocos hombres han podido vencerla y menos han sido los que han repetido la hazaña en varias ocasiones, salvando el caso del «cosmonauta» Serguei Bubka, dueño de la actual plusmarca planetaria (6,14) y con un palmarés de otra galaxia. El ucraniano fue monarca bajo los cinco aros en 1988, y seis veces regente mundial (1983, 1987, 1991, 1993, 1995 y 1997). Además, destrozó en 35 ocasiones el récord universal (17 al aire libre y 18 en pista cubierta).

Para que tengan una idea, en el siglo XXI solo siete hombres han rebasado el listón sobre los seis metros a cielo abierto, siendo Brad Walker, de Estados Unidos, el único en sortear la altura en un par de ocasiones. Mientras, bajo techo tres son los agraciados.

Como ya conocen, al aire libre en 2011 lo mejor estuvo en las manos del polaco Pawel Wojciechowski (oro en el Mundial de Daegu, con 5,90) y de Borges (plata con el mismo registro). En tanto, el galo Renaud Lavillenie había firmado antes con idéntica tinta.

En 2010 tampoco se consiguió llegar a los seis metros y lo más destacado correspondió al australiano Steven Hooker, vigente campeón olímpico, y segundo hombre que más alto ha saltado (6,06).

Un año antes, Lavillenie se empinó todo el helio de la temporada y negoció un 6,01. En 2008 fueron tres los osados. Así, rozó las nubes Walker (6,04), y se unían a esta élite el ruso Evgeniy Lukyanenko (6,01) y Hooker (6,00).

El 2007 estuvo desprovisto de brincos espectaculares y en 2006 Walker repetía, siendo el único privilegiado, apenas por lo justo, para declarase vencedor de la altura.

En 2005, solo el australiano Paul Burgess logró la proeza (6,00). Por su parte, los estadounidenses Timothy Mack (6,01) y Toby Stevenson (con un centímetro menos) se emparentaron en 2004 para sellar el vuela-vuela de este siglo.

En escenarios techados —aunque no llega la lluvia— la cuestión se ha mostrado más empantanada, pues solo el alemán Danny Ecker (6,00 en 2001), el norteamericano Jeff Hartwig (6,02; 6,01; 6,00 en 2002), Hooker (6,06; 6,01; 6,00 en 2009 y 6,01 durante el 2010), así como Lavillenie (6,03 el año pasado), ganaron en el mano a mano con la varilla.

Nada, que llegar tan arriba parece cosa de pocos en este universo. ¿Podrá un cubano inscribirse en este selecto apartado? Tal vez el Big Ben marque la hora de Borges. ¿Qué opina usted?

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