Los titulares sobre recientes casos de dopaje reventaron con la caza del campeón olímpico de 1 500 metros, Rashid Ramzi, marroquí nacionalizado por Bahréin.
¡Aaah, el doping! Me pregunto si alguna vez dejará de hacer estragos en el deporte. Quizá peque de ingenuo con mi interrogante, pero no concibo cómo algunas personas pueden regodearse con sus triunfos a sabiendas de que por sus venas corre algo más que sangre.Por suerte, el Comité Olímpico Internacional (COI) no cesa en sus esfuerzos por descubrir a los malhechores, y cada día busca fórmulas nuevas que desentierren las sustancias más esquivas.
El descubrimiento hace unos meses, por parte de la Agencia Francesa Antidopaje, de una tercera generación del conocido regenerador EPO en algunos de los punteros del Tour de Francia 2008, puso sobre la pista al COI. Por ello la mayor entidad deportiva mundial decidió revisar los controles efectuados durante los Juegos Olímpicos de Beijing el pasado agosto en pruebas de resistencia como ciclismo, atletismo, natación y remo.
Y ahora, el COI revela una lista con seis nuevos tramposos, que unidos a los nueve detectados previamente elevan a 15 la cifra de estafadores deportivos presentes en la cita estival. Las noticias retumban aún más alrededor del mundo con la confirmación de varios medallistas falsificadores durante la pasada cita china.
Destaca el ciclista italiano David Rebellin, del equipo profesional Diquigiovanni, medalla de plata olímpica en ruta. Se une a «la fiesta» del ciclismo, el alemán Stefan Schumacher, actualmente suspendido por dar positivo con CERA en el Tour de Francia de 2008.
El ingreso de Rebellin en la lista de mentirosos y la reincidencia de Schumacher pierden su valor noticia, pues no es un secreto que el deporte más golpeado por estos casos en los últimos tiempos es el ciclismo, incluso a finales del año 2008 se especuló con «desaparecerlo» del calendario olímpico.
Lo que «reventó» los titulares alrededor del globo fue la caza del monarca olímpico de 1 500 metros, el marroquí nacionalizado por Bahréin, Rashid Ramzi. Asimismo, desde enero se conocía que la marchista griega Athanasia Tsoumeleka, novena en la marcha olímpica de 20 kilómetros, arrojó positivo en los nuevos análisis de Beijing.
Son estos algunos de los casos que «engordan» la impopular lista e invitan a la reflexión, en tanto las ansias de triunfo y remuneración económica nublan la vista de las personas que no piensan en los riesgos a que someten a su organismo. Porque a pesar de los esfuerzos para prevenir esta nociva práctica, los casos de doping pueden encontrarse casi diariamente en los medios masivos de difusión con nombres muchas veces poco difundidos.
Coincido con el COI en sus esfuerzos por detener esta pandemia, pero discrepo en cuanto a las medidas que se toman con los malhechores, pues, hasta el momento, la suspensión por dos años al atleta que incurre en este tipo de falta es insuficiente. Se hace imperioso tomar medidas más enérgicas por parte de todas las federaciones y entidades mundiales del deporte. Si la pena a pagar fuera mucho mayor —se me ocurre alejar al embaucador de toda actividad deportiva de forma vitalicia—, entonces muchos calcularían mejor los beneficios de practicar un deporte libre de engaños.