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Cuatro voces autorizadas del béisbol cubano avivan la polémica

Autor:

Juventud Rebelde

Continúan los debates en la esquina caliente de Juventud Rebelde. Víctor Mesa, Antonio Pacheco, Juan Castro y Jorge Fuentes evalúan la estructura y los reglamentos de la gran pasión nacional

Aunque entrevistados en momentos diferentes, sin que ninguno escuchara el parecer de los demás, nuestros cuatro «invitados» coincidieron en recibir la primera pregunta con una sonrisa.

—¿Es necesario cambiar la estructura del campeonato?

Víctor Mesa. Foto: Ángel Yu Víctor Mesa: Creo que está bien así. Quizá habría que revisar la composición de algún grupo, pero este modelo es bueno para el espectáculo. La otra alternativa es que clasifiquen los ocho primeros y haya un cruce del uno con el ocho, el dos con el siete... no sería malo tampoco. Lo que sí debe cambiarse para mí es el primer play off. Debe ser de siete juegos y no de cinco.

Antonio Pacheco: Esta estructura está bien, aunque pueda tener sus injusticias. Hay una realidad: así se garantiza que vayan dos equipos de diferentes zonas geográficas al play off final; eso le da emotividad. Con otra variante pueden discutir dos equipos de la misma zona y así no sería el mismo espectáculo. Hoy existe una rivalidad garantizada entre Oriente y Occidente. Tal vez haya que revisar la composición de los grupos, los equipos; pero la clasificación como está, no debe cambiarse.

Jorge Fuentes: La Serie está bien, tiene calidad y atrae mucho público. Pero eso no quiere decir que no haya cambios. Me parece justo que clasifiquen los mejores equipos, sean de la zona que sean. Hoy estamos negando la posibilidad de que se discuta una final entre Industriales y Pinar del Río, o entre Santiago de Cuba y Villa Clara. No obstante, muchos cambios son perjudiciales para los récords. Hay que estudiarlo todo con calma.

Juan Castro: La estructura me parece buena. He escuchado la propuesta de eliminar los grupos y que clasifiquen para los play off los ocho primeros del campeonato en ganados y perdidos. Tampoco es desacertado, pero es que todos los años tratamos de cambiar algo. En las Grandes Ligas hay una sola estructura desde hace muchos años y no creo que varíe. Claro que no es justo que un equipo clasifique ganando menos juegos que otro, pero en el deporte ha sucedido muchas veces.

— ¿El límite de los 120 lanzamientos ayuda al pitcheo?

Víctor Mesa: Ayuda a la especialización y a cuidar los brazos, a que los directores piensen un poquito más para armar la rotación. Pero hay que tener presente que antes nuestros lanzadores tiraban más y no se lastimaban el brazo.

Antonio Pacheco. Foto: Daniel Anaya Antonio Pacheco: Con toda sinceridad te digo, y ya lo planteé en el congresillo técnico, que a los directores hay que darles la potestad para que decidan cuántos lanzamientos tirarán sus pitchers en cada juego. Hay quienes pueden tirar más de 120 lanzamientos, pero hay quien no puede tirar 80. Lanzar no lastima el brazo, lastima el brazo un mal calentamiento, una mala preparación, un box sin las condiciones adecuadas... usar lanzamientos inadecuados para cierta edad.

«Tiene que quedar a consideración de los cuerpos de dirección la utilización de sus lanzadores. Creo que en Cuba hay la responsabilidad suficiente para eso. Si alguien se sobrepasa... ahí está la Comisión Nacional para hacer un análisis y tomar medidas con los negligentes».

Jorge Fuentes: Es una realidad que después de los cien lanzamientos los lanzadores comienzan a agotarse. Hay que trabajar entonces con los relevistas. No es cierto que los relevistas sean marginados del equipo Cuba. Algunos han tenido su espacio. Miren al mismo Fumero, que llegó a ir a una Olimpiada, también a Maya. Sucede que en la selección nacional solo caben 24 atletas y deben estar los mejores. En el fútbol, por ejemplo, muchos jugadores cambian sus posiciones naturales cuando llegan a la selección nacional y después vuelven a hacer lo cotidiano con sus respectivos equipos.

Juan Castro: En mi época, los lanzadores no tenían límite de lanzamientos y trabajaban cada cuatro días. En Pinar del Río hubo un tremendo staff donde había cinco abridores y el quinto prácticamente no pitcheaba. Yo no estoy en contra del desarrollo ni de la planificación, pero me parece exagerado que un pitcher lance cada seis o siete días. Pienso que después de los cuatro días de descanso ya el lanzador debe estar listo para trabajar. En esa área es donde más dificultades veo para enfrentar compromisos internacionales fuertes.

«También hay que trabajar mucho en la receptoría. Esa una posición clave y eminentemente defensiva donde tenemos un atleta extraclase como Pestano, pero que ya llegó a la cúspide y ha comenzado la curva descendente en su carrera. Sinceramente, no veo ningún sustituto para él por el momento. Antes salía Juan Castro y entraba Albertico y no pasaba nada. Luego se iba Albertico y entraba Manrique y había una ligera diferencia, pero no como la que hay ahora que es abismal. El receptor, insisto, tiene que ser defensivo. Debe pensar, moverse bien, guiar a los lanzadores, tener buen brazo y saber colocarse detrás de home».

—¿En su época también se daban las señas desde el banco?

«Antiguamente eso casi no sucedía. Nosotros hemos copiado eso de las Grandes Ligas. Es cierto que los entrenadores de pitcheo están muy capacitados, pero hay que dejar pensar a los lanzadores. Puede ser que ellos confíen en un lanzamiento más que en otro y desde el banco le pidan otra cosa».

— ¿Por qué en el país hoy existen tantos buenos jardineros y esa «abundancia» no se ve en otras áreas?

Víctor Mesa: En Cuba siempre han existido más jardineros que jugadores de otras posiciones. Cualquiera que revise la nómina de las selecciones de otras épocas puede darse cuenta, es algo normal. Además, sí hay bastante buenos peloteros en otras áreas; que casi siempre vayan los mismos al equipo nacional, es otra cosa.

Antonio Pacheco: Cuando un jugador de cuadro no es buen fildeador, lo mandan inmediatamente para los jardines. Es cierto que necesitamos revisar ese aspecto desde las categorías menores, ver qué hacemos hoy en la ESPA, la EIDE y las series provinciales para que existan más jugadores de otras posiciones. También hay que revisar varios de nuestros terrenos, que no cuentan con las mejores condiciones e influyen en que muchos atletas no hagan una buena técnica de fildeo en el cuadro.

— Ese de los terrenos es un tema candente...

Jorge Fuentes. Foto: Juan Moreno Jorge Fuentes: Hay que mejorar los estadios. No se puede pretender jugar en todos lados. Para ir a los municipios no basta con certificar la calidad del terreno, ellos tienen que reunir otras condiciones, porque estamos exponiendo mucho a los atletas.

Juan Castro: Los terrenos tienen que mejorarse mucho. El campeonato que debe ir a los municipios es la Liga de Desarrollo. Ahora mismo, en las cabeceras de provincia, hay solo tres estadios con todas las condiciones: el Latino, el Calixto García holguinero y el Guillermón Moncada de Santiago. Y la Serie Nacional es un espectáculo, es la fiesta del pueblo cubano, sin que se pongan bravos los de los demás deportes. El béisbol para el cubano está en la sangre, es cultura. Se han mejorado las condiciones de vida, se duerme en hoteles, el transporte es bueno. Sin embargo, hay que seguir estimulando a los atletas. Y deben asegurarse los bates y las pelotas. Los uniformes también pueden mejorarse mucho más y así todo lo que contribuya a enriquecer el espectáculo.

Víctor Mesa: Necesitamos, en primer lugar y aun con todo lo que se ha hecho, mejorar la atención al hombre; al pelotero, que es el que más se sacrifica. Todavía algunos no entienden eso; incluso, hay gente del INDER que se pone de parte del personal de los hoteles cuando hay alguna desatención con los atletas. Necesitamos más implementos, nada del otro mundo; porque entendemos el bloqueo; pero en ocasiones hacen falta dos o tres cositas elementales para entrenar y no aparecen.

Antonio Pacheco: Hay dos aspectos importantes: lo material y lo técnico-táctico. Sobre este último, nosotros, los directores, tenemos que ser más rigurosos, exigirles a los peloteros que hagan mejor las cosas dentro del terreno; porque hay jugadores que no saben cuándo deben hacer una asistencia, o cuándo es necesario un robo de bases o un toque de bola, o cómo adelantar a un corredor. A veces se juega por jugar, sin un concepto definido y el béisbol cubano es bueno, pero pudiera ser mucho mejor.

— ¿Cuál serían los hombres del equipo Cuba ideal para ganar los Juegos Olímpicos?

Víctor Mesa: Sin decir nombres, yo llevaría a un equipo que tenga todos los ingredientes imprescindibles. No se puede hacer un equipo Cuba pensando en el rendimiento, sino pensando en las necesidades. Este año hubo atletas que no rindieron; sin embargo, hacen falta en la selección nacional. Un equipo de pelota es de muchos poquitos, no es solo de números fríos.

Antonio Pacheco: Es muy difícil sentado aquí, hablar de nombres. Confío en que la Comisión Nacional hará el mejor equipo, con los atletas más preparados. Lo importante es que esa selección tenga una identidad propia, un sello; que todo el mundo sepa y diga: ¡Ese es el equipo Cuba!

Juan Castro. Foto: Alex Castro Juan Castro: Es temprano para los nombres, pero voto por tres receptores y lanzadores suficientes.

Jorge Fuentes: Ahorita dije que es difícil elegir y complacer todos los gustos. Reitero que deben ir a Beijing los mejores atletas. Yo he sido criticado a veces por mover las piezas como creo que hace falta. Cuando entró Germán Mesa al equipo nacional, Ulacia ya no podía jugar el campo corto, pero tenía que ir porque era nuestro mejor primer bate y hubo que enviarlo a los jardines. Miguelito Caldés, otro pelotero excepcional, también se convirtió en guardabosques. Y Kindelán comenzó como receptor, pasó por los «files» y terminó en la primera base. Hay más casos, Vargas, Casanova... Ahora hay peloteros que quizá no puedan faltar. Ahí está el mismo Alexei Bell, con esa temporada excepcional, pero hay que hacer un gran trabajo. El cuarto bate de un equipo puede ser primero en el Cuba si hace falta y reúne las condiciones. El pueblo tiene que confiar en los técnicos. Aquí no se improvisa nada.

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