De pronto se vio, por error, con un montón de cucharas en casa y pensó que tirarlas a la basura sería un pecado. Así que le pidió a su esposo que «hiciera algo lindo» para ella. Él, como buen artista de la plástica, pensó en una motocicleta básica construida a base de los cubiertos. El resultado es que hoy la pareja colecciona más de 50 modelos de motos, cada una más detallada y compleja que la anterior. La última creación tiene 21 pulgadas de largo y pesa un poco más de siete libras. Después de ganar varios premios sus piezas se venden a un precio de casi 4 000 dólares.