Cansado de tener que interrumpir su videojuego para sacar a pasear a su perro, Mike, un joven japonés, encontró la forma de no soltar el mando de la consola. La idea consistió en usar el cable del mando como correa para el perro. Pero hay más, al quitarle todos los dispositivos electrónicos de su interior, el mando adaptado a las necesidades del adicto, posee un hueco donde lleva consigo bolsas para recolectar los desechos del can. Mike está feliz. Su mascota no debe estarlo tanto.