La más vieja panadería de París, Au Richelieu Boulangerie, está a punto de cerrar sus hornos y no se aspirará el delicioso aroma de sus baguettes, lo que venían haciendo los parisinos durante 202 años. La tradición francesa ha perdido ante la realidad de la crisis: el negocio no da porque la renta y el precio del inmueble son demasiado altos. El alquiler de la instalación subió de 18 000 euros al año a 35 000 y ni se diga lo que piden por su venta. Por su proximidad al Museo del Louvre, ha perdido también clientes, porque los turistas japoneses prefieren ir a los muchos restaurantes sushi que florecen en la vecindad.